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Aeropuerto Rafael Nadal

Matías Vallés Messi marcó el domingo cuatro goles en el Bernabéu, uno por persona interpuesta. Es el mejor futbolista de la historia. Merece todos los homenajes tributados a un deportista. Sin embargo, tengo derecho a tildar de grotesco que lo nombren honoris causa por la Universitat de Barcelona. En cambio, pienso que Guardiola merece el doctorado, y no la Bota de Oro que nunca ha ganado. Solo Rafael Nadal puede compararse al astro argentino. Es el mejor tenista del mundo, gracias a que no perdió el tiempo matriculándose en la universidad. En lo que a mí respecta, pueden ponerle su nombre a la calle más importante de Palma o, la última moda, rebautizar Son Sant Joan como Aeropuerto Rafael Nadal. De hecho, cada familia mallorquina pagó sin rechistar veinte euros anuales, para sufragar los tres millones que el octocampeón de Roland Garros cobraba por promocionar la isla. Sin embargo, tengo derecho a considerar esperpéntico un honoris causa porque Llorenç Huguet y allegados quieran fotografiarse junto al mito.

Huguet es un polí­tico enjaulado en un rectorado, la peor opción para la polí­tica y para la UIB. Nadal es más inteligente que el rector, por lo que ha renunciado a la ceremonia que le han montado, y que quizás hubiera coincidido con la próxima campaña electoral al Govern. Sorprende que tanto la distinguida Universitat como el megacampeón apelen a la falta de unanimidad para deshacer el nombramiento. Que sepamos, la ciencia universitaria se basa en la discusión, y Nadal no gana los torneos por concesión unánime de sus rivales, sino que basa su gloria en la oposición feroz que somete en las pistas, por no hablar de los papanatas que insisten fuera de ellas en compararlo desfavorablemente a Federer. Me parece más…

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