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Aprender de los errores, con la ayuda de la Percepción Remota, columna de Rodrigo Suárez

Uno de los mayores potenciales de la Percepción Remota lo constituye la posibilidad de comparar imágenes tomadas sobre un mismo lugar en momentos distintos, ya que permite visualizar rápidamente los cambios ocurridos.

Este tipo de análisis permite estudiar cambios en la flora y la fauna silvestre, así como también en el tipo, estado y extensión de los cultivos y bosques. Permite dimensionar la acumulación de agua en embalses naturales y artificiales, así como la acumulación de nieve en las montañas y el volumen de los glaciares.

También se pueden ver los cambios en el uso del suelo y el crecimiento de las ciudades, además de los cambios de largo plazo atribuibles a fenómenos climáticos o geológicos. Se pueden ver las carreteras y las obras de arte, así como los caminos y huellas trazadas por el tránsito de personas y de vehículos, incluyendo aeródromos y rutas que denotan tanto actividades legales como ilegales.

Las imágenes radáricas satelitales, por otra parte, permiten analizar cambios en la geometría de la superficie permitiendo verificar las variaciones en la topografía de una zona directamente. Estas imágenes permiten incluso analizar el crecimiento de algunos cultivos, dependiendo de su resolución.

Se puede verificar y monitorear, tanto el aumento de volumen que se produce en un volcán antes de hacer erupción, como los cambios producidos en el terreno después de ella. Asimismo, se pueden corroborar los cambios de posición geográfica que se producen en algunos puntos del terreno como causa de un terremoto.

Estas imágenes permiten también la confección de los mapas de elevación digitales, más conocidos como DEM (Digital Elevation Map), a través de los cuales podemos identificar las zonas más altas o más bajas de un área específica y así, por ejemplo, hacer mapas de riesgo de inundación en caso de tsunamis o de crecidas de los ríos.

Entonces, que quede bien claro:

Hoy contamos con herramientas para analizar los riesgos de daño potencial que podrían causar posibles catástrofes naturales… entonces, ¿por qué no las usamos?

Por una parte, nos falta conocer más de las capacidades de nuestros sistemas satelitales y las posibilidades que estas capacidades nos brindan.

Por otra parte, tenemos que imaginar y desarrollar nuevas formas de utilizar la información que brindan estas imágenes, lo que requiere un poco de creatividad de parte del usuario.

Usualmente, las Municipalidades manejan mucha información de sus comunas, la que se puede ordenar por zonas geográficas, dando origen a los llamados Mapas Temáticos. Algunos ejemplos son:

  • Planos Reguladores, a través de los que el municipio distribuye el uso del suelo en zonas rurales de urbanas e industriales.
  • Mapas Urbanos, donde se diferencian las zonas con distinto nivel de urbanización, como red eléctrica, agua potable, alcantarillado y otros servicios.
  • Mapa Etario, que indica zonas urbanas diferenciadas por la edad de sus habitantes.
  • Mapa de Rutas, que indica los tipos y calidades de los caminos, calles y carreteras que dan acceso a cada sector de la ciudad. Es bueno diferenciar la cantidad de pistas de circulación y capacidad de vehículos de carga que soporta cada camino, así como su pendiente y posibles obstrucciones.

A esta información se pueden ir agregando los lugares donde existen ciertos servicios, como centros de salud, estaciones de bomberos, retenes de carabineros, sub estaciones de distribución eléctrica, centros de acopio de agua potable, supermercados, centros de venta de gas licuado, centros de apoyo comunitario, iglesias, colegios, etcétera, conformando un set de información tan completo como sea posible.

Cuando esta información se superpone con imágenes satelitales, un DEM de la zona y cada punto de interés se referencia geográficamente, se obtiene lo que se llama un GIS o SIG, Sistema de Información Geográfica. Un SIG puede tener diversas capas de información, de forma tal que se puede acceder a ella en forma selectiva y es una herramienta que un gobierno puede ayudar a desarrollar en cada Comuna.

Con este tipo de datos es posible planificar la prevención, mitigación y recuperación de los daños de posibles catástrofes.

Por ejemplo:

  • Se pueden designar vías de evacuación y establecer centros de ayuda médica y albergues.
  • Se pueden revisar las vías de acceso para carros de bomberos y ambulancias en zonas topográficamente complejas.
  • Se pueden establecer zonas de acopio de agua o de ayuda humanitaria.
  • Se pueden identificar las zonas de mayor riesgo de incendio al clasificar zonas de viviendas construidas con materiales combustibles, zonas de acopio de basura o las especies vegetales presentes en la interfase urbano-forestal.
  • Se puede hacer Planificación Urbana, incluyendo los servicios y previsiones requeridas en zonas deficitarias o de desarrollo futuro.

Para cada tipo de riesgo se pueden planificar acciones preventivas y mitigadoras de los daños, las que deben darse a conocer a las entidades operativas de emergencia y a la comunidad.

Una vez ocurrida la catástrofe, la percepción remota ayudará a verificar rápidamente las zonas afectadas, tanto al facilitar la visualización directa de la magnitud de los daños y su extensión, como al permitir planificar las acciones remediales posteriores, identificando zonas aisladas, servicios afectados o disponibles, accesos, etcétera.

La comparación de imágenes luego de la ocurrencia de catástrofes, permite tener una clara y práctica visión de las zonas afectadas y sirve de apoyo directo a las tareas iniciales de mitigación del daño y apoyo a la comunidad. De hecho, existen actualmente programas internacionales de apoyo a catástrofes que reúnen y entregan a los países afectados imágenes adquiridas por diversos sistemas satelitales que se ponen a disposición para estos efectos, tales como "International Charter – Space and Major Disaster" (www.disasterscharter.org) o el programa "Spider" de la Organización de las Naciones Unidas (www.un-spider.org).

Un ejemplo directo y simple de posible aplicación está en la publicación del diario "El Mercurio" (Santiago, Chile), del día 30 de Marzo de 2015, en la que se muestra, en primera plana, una comparación de dos imágenes satelitales que muestran la ciudad de Chañaral en momentos distintos. Las imágenes fueron adquiridas por el satélite FASat Charlie (SSOT), una con fecha 27 de Junio de 2014 y la otra con fecha 28 de Marzo de 2015, luego del aluvión que bajara por el río El Salado y que destruyera parte de la ciudad (Figura 1).

En estas imágenes se aprecian las zonas afectadas directamente por la violenta crecida del río al cruzar la ciudad, así como las áreas afectadas por los sedimentos llevados hasta su desembocadura en el océano Pacífico.

Estas imágenes podrían utilizarse, por ejemplo, para verificar las zonas que han sido afectadas y evitar su reutilización para fines de habitación, servicios o para actividades productivas que puedan verse afectadas. Esto bastaría para no tener que repetir los episodios de sufrimiento y tremendo desgaste a la población… pero ¿por qué no se hace?

img Fasat charlie Suarez Emol

Pareciera ser que todos estamos convencidos que hay que reubicar las viviendas afectadas; pero en la práctica eso no está sucediendo y entre las primeras actividades a realizar, en forma prioritaria, aparecen los esfuerzos por reconstruir lo que había antes en los mismos lugares, a solicitud de los habitantes afectados quienes, por supuesto, no ven otras opciones a su nivel.

Entonces, luego de terremotos, tsunamis, erupciones, incendios masivos y aluviones, a veces de inmediato, a veces luego de un tiempo, tendemos a pensar que "la naturaleza no nos va a ganar" o que "igual tengo fuerzas para levantarme despué" o bien que "es difícil que una catástrofe tan grande se repita muy pronto…".

Otras veces, el cariño por el lugar o la conveniencia económica hacen que la gente vuelva a instalarse en los lugares expuestos, asumiendo los riesgos que ello conlleva, existiendo algunos pocos casos en los que la autoridad municipal se ha impuesto para prohibir o regular las construcciones en las áreas de riesgo.

Dado que aún no tenemos un control efectivo sobre las catástrofes naturales, no podemos predecir que no ocurrirán y en la mayoría de los casos, cuando predecimos su ocurrencia, superan el potencial destructivo esperado. Debemos saber y reconocer que estas catástrofes van a seguir ocurriendo.

Un tema especialmente conflictivo en esta materia es el del cambio climático que, más allá de las teorías que hoy se discuten acerca de sus posibles efectos, se está transformando en una realidad que estamos empezando a vivir día a día: calores extremos, lluvias inusitadas, el avance del desierto, la frecuencia de aparición del fenómeno de "El Niño", son muestras de los ajustes energéticos que se están produciendo en el planeta y que nos van a ir afectando poco a poco; pero inexorablemente.

Basado en la información científica disponible, el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ya ha reconocido que el calentamiento global está generando un cambio en el clima del planeta y ha dispuesto una serie de medidas de índole proactivo, a ser desarrolladas en forma local por las autoridades de cada Estado.

Desde revisar cómo se verán afectados los ciclos fenológicos de las especies vegetales nativas y de uso agrícola, hasta considerar posibles cambios de ubicación de centros productivos, industriales y habitacionales debidos a los cambios en el nivel del mar, pasando incluso por considerar cambios climáticos extremos.

Ya sea debido al cambio global o a la naturaleza siguiendo su curso, lo cierto es que nos seguiremos viendo enfrentados a catástrofes de diverso tipo, que afectarán nuestra supervivencia, nuestra forma de vivir y nuestras ciudades, razón por la cual debemos prepararnos para ello.

Pero esta preparación requiere un esfuerzo que debe ser guiado y controlado desde los gobiernos, quienes deben ejercer la autoridad con la que han sido investidos por la misma ciudadanía de cuyo bienestar son responsables:

  • Se deben dictar normas estrictas acerca de la planificación urbana, considerando las zonas con riesgo de catástrofe y haciendo responsables de su cumplimiento a los Municipios de cada Comuna.
  • Se debe reconocer que la ocupación de zonas con riesgo de catástrofe es de responsabilidad de cada Municipio, ya que ellos controlan los Planos Reguladores y autorizan el uso del suelo.
  • Se deben asignar áreas seguras para la reconstrucción de poblaciones destruidas por desastres naturales, expropiando los terrenos afectados y asignando otros sin costo para los habitantes removidos de las tierras que ocupaban.
  • Se deben otorgar los recursos y capacitación que permitan a los Municipios utilizar herramientas modernas de gestión de suelos y zonas urbanas.
  • No se debe tener miedo a la construcción de nuevas ciudades en zonas seguras, generando polos de actividad que atraigan a la población.
  • Se deben planificar y ejecutar las obras civiles que sean necesarias para apoyar efectivamente la mitigación de desastres en zonas de riesgo.

En general, los gobiernos deben prepararse para poder proteger a los ciudadanos de la ocurrencia de estos fenómenos y hoy lo pueden hacer en forma eficiente, con el apoyo de la Percepción Remota.

¡Hay que poner en movimiento la voluntad de aprender y de mejorar!

Sobre el Autor

Profe RSV

Rodrigo Suárez Villarroel es un destacado Ingeniero Aeronáutico, se retiró de la Fuerza Aérea de Chile con el grado de Coronel de Aviación el año 2008, luego de 33 años de servicio con la mayoría de las aeronaves de esa institución. Integró el team de desarrollo de la serie de satélites Fasat-Alfa y Fasat-Bravo, participando de la campaña de lanzamiento de ambos.

Ha estado ligado a la actividad espacial desde ése entonces, participando en diversas instancias de la formulación de una Polí­tica Espacial Chilena y trabajando por la participación de diversos sectores productivos en esta área. Forma parte del Centro de Aplicaciones Aeroespaciales de la Academia de Ciencias Aeronáuticas de la Universidad Técnica Federico Santa María desde 2009, donde se desempeña como docente en Aerodinámica y Fluidos y como Jefe del área de Investigación y Desarrollo del CAA.

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