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Innovación, del dicho al hecho"¦

En este último tiempo es común ver como muchas empresas se definen a sí mismas o a sus servicios como innovadores. Repasemos entonces, la definición de innovación:

Como su nombre lo indica, es algo nuevo. Es la creación o modificación que introduce nuevos productos, servicios o procedimientos que se implementan de forma exitosa en el mercado.

Entonces, para hablar de innovación, se debe crear algo o modificarlo de forma sustantiva, se debe además introducir al mercado logrando permear los usos y costumbres y alcanzar beneficios significativos respecto de la oferta o forma anterior.

Analizando estos conceptos, surge la pregunta ¿por qué tantas empresas se atribuyen la virtud de innovar?

Me encantaría que muchas más empresas fueran innovadoras y/o trabajaran en pos de ello. Sin embargo, para innovar, no es suficiente por ejemplo; con ser creativos, las buenas ideas por sí solas no alcanzan.

Innovar implica afrontar los desafíos de los resultados, investigar, probar, volver a probar, arriesgar, involucrarse pese a lo que piense el entorno, trabajar hasta validar cada etapa del proceso, ver la respuesta de los usuarios, analizar la viabilidad económica, contar el dinero suficiente o conseguirlo y, todo ello, a pesar de que en otra parte alguien más pueda estar haciendo lo propio con una idea o producto quizás mejor.

El Solar Impulse, es un ejemplo bien gráfico de innovación, dos pioneros le mostraron al mundo cómo es posible circunnavegarlo con energía solar, un esfuerzo de años contra muchos pronósticos, pero que dejó sentadas las bases para repensar en las enormes cantidades de energía no renovable que utilizamos a diario, por ejemplo, para transportarnos.

Hay innovaciones que tienen mayor impacto que otras e incluso en diferentes momentos de nuestras vidas, sin embargo, todas tienen un denominador común; hay detrás "el ser emprendedor" y sus beneficios se derraman más allá de quienes las crean.

A propósito, hace poco tiempo un grupo empresarial que cuenta con filiales en varios países, me contactó para revisar un proceso que le cuesta al grupo mucho dinero al año y además no cumple con sus expectativas de servicio.

Me presentaron una de las empresas como "el laboratorio del grupo", donde además de sus objetivos definidos, se perseguía desarrollar innovaciones para aplicar al resto de las filiales.
La presentación me sorprendió gratamente.

Presentamos con mi equipo, un plan inicial para evaluar y medir impactos sobre una propuesta que implicaría no sólo un ahorro sustantivo como se buscaba, sino la posibilidad de brindar nuevos servicios, es decir, menos costos y nuevos ingresos.

La respuesta de la empresa, fue de una tibieza tal, que también me sorprendió, pero esta vez no fue grato por sus implicancias. La presentación inicial había resultado sólo marketing, en el fondo no estaban dispuestos a invertir, modificar los procesos actuales, negociar con proveedores, en definitiva, salirse de su zona de confort.

Aunque resulte razonable el esfuerzo de las empresas por llamar la atención del mercado utilizando "gancho" para vender, este ejemplo evidencia cómo utilizan el concepto de innovación, porque está de moda, porque vende, porque destaca un supuesto valor agregado o un pensamiento de vanguardia.

Este tipo de manifestaciones tienden a establecer en todos los niveles de la compañía la idea de que se está innovando cuando no lo está haciendo y coarta, por ende, la predisposición a tomar las decisiones que conduzcan a alcanzar una innovación real.

Salvo algunos rubros específicos como, por ejemplo, los laboratorios de investigación, la industria espacial y algunos pocos más que tienen su génesis en la investigación, la enorme mayoría de las empresas no invierte en I+D, ni toma los riesgos en consecuencia.

Los cargos ejecutivos deberían estar más dispuestos a confrontarse con lo establecido y crear las condiciones necesarias, pero para ello es importante comprender profundamente el concepto de innovación y sus implicancias y tener la determinación para llevarlo adelante.

Los invito a trabajar en innovar, con hechos, que sin duda generarán excelentes resultados para todos.

¡Hasta la próxima!

Daniel Carbajal es Ingeniero de Sistemas, Fundador y CEO de IWTG desde hace 16 años.

Como Consultor en Reingeniería de Procesos cuenta, entre otros, con Proyectos de Innovación Tecnológica para el Sector Aeronáutico aprobados por el BID (Banco Interamericano de Desarrollo).

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