AEROPUERTOS

Cómo es la nueva «escuela para azafatas» de Aerolíneas Argentinas en Ezeiza

«¡Bienvenida! ¿Me permite su tarjeta de embarque, por favor?», así comienza el role playing del nuevo centro de capacitación para tripulantes que inauguró Aerolíneas Argentinas la semana pasada en el aeropuerto de Ezeiza. Un centro de entrenamiento que cuenta con un avión de tamaño real para hacer simulaciones, que van desde el check in y el embarque, hasta prácticas de servicio a bordo, de seguridad y emergencias.

LA NACION asistió a la inauguración, que contó con la presencia de la presidenta de la compañía aérea, Isela Costantini, pudo recorrer las nuevas instalaciones del Cefepra (Centro de formación y entrenamiento de pilotos de la República Argentina) y conocer cómo será el entrenamiento de los tripulantes en el centro, que complementa el área de simuladores de cabina y de vuelo que se inauguró dos años atrás en el mismo predio.

Luego del corte de la tarjeta de embarque, tripulantes de la aerolínea nacional reciben con una sonrisa a los «pasajeros» que asisten al evento, sin dejar de interpretar su papel: simulan que todos llegan para tomar un avión.

El centro de capacitación para tripulantes consta de una Mock-Up, una maqueta en tamaño real de un avión, que se utiliza como plataforma de entrenamiento. En este caso, «se trata de un Boeing 737-200, un avión que dejó de estar operativo hace tan sólo unos meses», informan los tripulantes, entre los que se encuentran varios instructores del centro.

Pablo Fernández Fayolle, director del Cefepra, explicó en la charla de inauguración que en el nuevo centro se realiza el entrenamiento en experiencia de viaje: «Se releva todo el circuito que realiza un pasajero, desde que se registra en el check in, hasta que aborda el avión y llega al aeropuerto de destino. Este procedimiento está filmado con cámaras en distintos sectores dentro y fuera del avión para hacer el análisis post-entrenamiento con el instructor».

«En unos instantes más iniciaremos el embarque», anuncian. Dentro del avión los tripulantes indican el número de asiento. La tarjeta de embarque señala que el destino, en este caso, es Córdoba.

En el interior de la cabina, sólo dos cosas distinguen a la ficción de la realidad: las puertas abiertas con los toboganes desplegados y un tablero para generar simulacros de emergencia. Desde allí­ disparan alarmas de incendio, humo en cabina, caída de máscaras. «¿Podemos activar alguna?», pregunta un pasajero, y los tripulantes encienden el humo en cabina. En unos instantes comienza a salir un humo blanco desde el piso y una azafata comenta jocosa: «Te aseguro que si hubiera este humo no nos quedaríamos tan impávidos»…

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