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Drones y satélites para la revolución de la soja en Uruguay

Sentado en el Club de la Asociación Agropecuaria de Dolores, ciudad del fértil departamento de Soriano, en la confluencia de los ríos Uruguay y Negro, el productor Lázaro Bacigalupe no se separa de su teléfono inteligente.

Mira al cielo, «porque en Uruguay el suelo aguanta veinte días la humedad y tiene que llover cada quince días», pero también tiene un ojo en el mercado de granos de Chicago porque «hay que tratar de estar muy informado de lo que pasa en el mundo».

Los drones de la guerra de la productividad

Con una explotación de 3.000 hectáreas, Bacigalupe no se sorprende de la presencia de drones (aviones sin piloto) sobrevolando sus terrenos. En la guerra por la productividad, son un elemento estratégico para cartografiar el suelo y determinar su fertilidad.

Por medio de cámaras térmicas, estos pequeños aparatos captan las necesidades de agua o de nitrógeno de los suelos, indispensable para saber qué cantidad de fertilizantes van a necesitar.

Los aparatos y su equipamiento, que representan una inversión de 100.000 dólares, son dirigidos por informáticos con formación de piloto de avión y conocimientos de análisis de información.

Los drones pertenecen a «la red», denominación futurista de un nuevo tipo de empresa que trata de unir todos los elementos de la cadena de la exportación de soja. Sin duda, Agronegocios del Plata (ADP) domina el sector en Uruguay.

Nacida de la alianza entre el uruguayo Marcos Guigou y el grupo argentino Los Grobo, perteneciente a Gustavo Grobocopatel, conocido como el Rey de la Soja, ADP arrienda campos, camiones y silos, asesora a los agricultores, provee semillas y fertilizantes, organiza jornadas de formación.

Su negocio está casi exclusivamente centrado en el «conocimiento», dice su gerente general, Gabriel Bisio. A pesar de que la compañía tiene pocas infraestructuras y hectáreas propias, en el 2012 se convirtió en uno de los mayores operadores del sector en Uruguay con 70.000 hectáreas sembradas.

Los drones de ADP cumplen misiones «sensibles» y han proporcionado información detallada sobre el rendimiento de unas 17.000 hectáreas del territorio uruguayo, un tesoro de valor inestimable.

En Soriano, conviven con modernas cosechadoras y sembradoras, aparatos que constituyen la principal inversión de los productores. Con su diseño futurista, se imponen en el paisaje como los «Transformers» de la pelí­cula de ficción.

Los robots son el futuro del campo tecnificado. Así lo pronostica el ingeniero de ADP, Gustavo Polack: «De aquí a diez años asistiremos al avance del asesoramiento remoto por satélite y UAV (drones)», que todavía no se utilizan en muchos campos.

Estos aparatos serán cada vez más precisos en el relevamiento y diagnóstico, indicando la dosificación de semillas y fertilizantes en tiempo real.

«Se trata de ser más eficientes en el recurso suelo, potenciar y minimizar el riesgo», dice Polack, quien asegura que la agricultura de precisión es la mejor respuesta en tiempos de crisis económica o climática.

El desembarco de los nuevos agrónomos

Cuando hace diez años los nuevos agrónomos desembarcaron en Soriano las relaciones no fueron fáciles con los productores locales porque, nos dice Polack, estamos «ante un cambio más cultural que tecnológico y es más fácil enseñar algo a alguien que cambiar a alguien».

A sus 28 años, reconoce que la facultad no lo preparó para «la carrera del futuro» que en vano esperó su padre, también agrónomo, sin llegar a verla antes de jubilarse. En el 2005 el índice de desempleo del sector era del 60% y hoy en día las empresas van a buscarlos a las universidades.

El pilar de esta revolución tecnológica es el desarrollo de la siembra directa. Conocida también como «labranza cero», que consiste en mantener los rastrojos del cultivo anterior, evitando los grandes movimientos de tierra que erosionan el suelo.

El resultado es una mayor productividad y una mejor conservación de los recursos, actualmente es la principal forma de producción en Uruguay.

Los primeros ensayos de siembra directa se dieron en los años 50 en Estados Unidos, la técnica se desarrolló a partir de los años 1970 en Brasil y Argentina hasta convertirse en un fenómeno imparable. La fuerte…

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