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La primera red global cumple 100 años

No se trata de internet, sino de la aviación comercial. En 1914, el primer vuelo con un pasajero que pagó su billete abrió una era de conectividad que acortó distancias, acercó culturas y cambió para siempre nuestra forma de vivir. Y lo seguirá haciendo.

Era 1 de enero de 1914. Mientras muchos dormían la resaca de Año Nuevo, el estadounidense Abraham C. Pheil desembolsaba 400 dólares -una pequeña fortuna en esa época- para comprar el primer billete de avión de un vuelo comercial. Como todos los inicios, este fue modesto: apenas 23 minutos de viaje entre San Petersburgo, en Florida, y la vecina Tampa. ¿El avión? Un pequeño Benoist XIV anfibio.

Tres mil personas fueron testigos cuando la avioneta se empinó en el aire y voló a corta distancia de la superficie hasta su destino. La «aerolínea» responsable, la «St. Petersburg-Tampa Airboat Line», solo duraría unos pocos meses, pero los suficientes para dejar su huella en la historia: había dado nacimiento a una industria que se tornaría vital en el desarrollo de la humanidad. Para los entendidos, fue la primera world wide web , al conectar puntos distantes del globo en menos tiempo y acercar a las más diversas culturas, personas y productos.

Un siglo después de ese vuelo inaugural, esta industria no escatima en cifras: da empleo a 58 millones de personas en los cinco continentes, genera una actividad económica de US$ 2,4 billones y conecta diariamente a 40 mil ciudades en todo el orbe. Esos 30 kilómetros iniciales que surcó el vetusto Benoist XIV, con capacidad para dos personas, contrastan con los 80 millones 416 mil 438 kilómetros que recorren los modernos jets de hoy en un solo día, transportando en su interior a 8 millones de personas.

Cada año, la industria aérea traslada a 3 mil millones de pasajeros, un 44% de la población mundial, así como 50 millones de toneladas de carga. Si la aviación comercial fuera un país y no una industria, ocuparía el lugar 19 como la economía más grande del planeta. Como resume el experto aéreo Patricio Sepúlveda, «la aviación comercial ha transformado al mundo… y lo seguirá haciendo».

Orígenes humildes

En países como Chile esta ha jugado un rol vital que se aprecia mejor en aquellos que poseen una geografía fragmentada y de grandes distancias como el nuestro.

Desde aquel vuelo pionero que el 5 de marzo de 1929 protagonizara la Línea Aeropostal Santiago-Arica, fundada por Arturo Merino Benítez para dar servicio de correspondencia (y en menor medida de pasajeros), el transporte aéreo chileno comenzó a desplegar tímidamente sus alas para salvar en menor tiempo los más de 2 mil kilómetros entre la capital y la frontera norte.

Hombre de personalidad avasalladora y temeraria, a Merino Benítez lo animaba la convicción de que el desarrollo de la aviación aseguraría la independencia de Chile.

Cuatro tipos de avionetas fueron probados, ya que por prestaciones insuficientes o desafíos climáticos y logísticos, una y otra caían rendidas antes de alcanzar el objetivo. Las dificultades no amilanaron al oficial de Ejército y finalmente el piloto Arturo Meneses Kinsley cubrió el mentado trayecto en dos días y con varias escalas. En 1930 los esfuerzos de Merino se replicarían en el sur, con sendas rutas a Temuco, Puerto Montt y Punta Arenas. Los cimientos de lo que dos años después se convertiría en Lan Chile estaban moldeados.

Hoy, esa aerolínea -una de las cinco más antiguas del mundo aún en operación- movió a 7,1 millones de pasajeros en Chile y a otros 4 millones hacia y desde el extranjero el año pasado, según datos de la compañía.

«El cambio más relevante que ha experimentado esta industria es que de ser un medio de transporte muy exclusivo, se convirtió con los años en algo cotidiano y accesible. Viajar en avión hoy es casi tan básico como el celular», afirma Enrique Elsaca, gerente general de LAN en Chile.

Sepúlveda coincide con esa apreciación y adelanta que los viajes serán cada vez más accesibles para la población. «Las tarifas son un 60% más baratas que hace 40 años. Hay modelos de negocios que están revolucionando los esquemas y la industria, como un todo, está en constante reinvención», afirma.

Chile en la vanguardia

El ministro de Transportes y Telecomunicaciones, Andrés Gómez-Lobo, destaca que en los últimos 30 años el desarrollo de esta industria ha sido «progresivo y muy impresionante» dentro de nuestras fronteras.

Ello, considerando que el año pasado más de 16 millones de personas tomaron un avión en nuestro país. Con esto, Chile alcanzó la tasa de un vuelo por habitante, superando con largueza a otros países de la región, pero aún por debajo de los 2,2 viajes por habitante que exhiben las naciones desarrolladas, lo que da cuenta del margen de crecimiento que aún hay. «Esto es como una droga… el que se subió a un avión ya no lo deja y querrá volar más seguido», acota Sepúlveda.

Precisamente, tres décadas atrás el panorama aerocomercial era muy distinto. No solo había menos acceso a los viajes, sino que las aerolíneas eran preferentemente estatales -sobre todo en regiones como América Latina, Asia y África- y volaban en un marco de regulaciones y subsidios que afectaban tanto la competitividad de las mismas como las posibilidades de crecimiento del sector, limitando las opciones para el pasajero.

En 1984 -recuerda Gómez-Lobo- viajaron desde y hacia Chile apenas 1 millón 110 mil 351 personas, con un índice de pasajeros de apenas 0,1 por habitante. Las líneas aéreas «de bandera» eran consideradas activos estratégicos por los estados y portaban en sus fuselajes los colores de sus pabellones patrios.

Hasta que la desregulación del mercado estadounidense a fines de los 70, seguida de igual apertura en los cielos europeos, comenzaron a cambiar el panorama y la competencia se hizo imparable.

Los ajustes al nuevo escenario también. Las fusiones y adquisiciones de compañías aéreas para generar sinergias y hacerse más competitivas tornaron añoso el nacionalismo detrás de ellas. La propia Lan Chile se convirtió hace una década en LAN a secas. Si antes su sigla significaba Línea Aérea Nacional, hoy responde al más global «Latin Airlines Network», como parte de un holding con unidades en Perú, Ecuador, Colombia, Argentina, Paraguay y Brasil.

Asociaciones británico-españolas, franco-holandesas o germano-árabes también han diluido las fronteras nacionales de las aerolíneas en pos de la eficiencia, economías de escala y rentabilidad. «Hoy el mercado es más dinámico, con tasas de crecimiento que duplican o triplican las del PIB en los países», subraya Sepúlveda.

Para el secretario de Estado, Chile debería mantener un crecimiento sostenido en este ámbito en los próximos años, «con una polí­tica de cielos abiertos, una actividad económica creciente y una industria segura y confiable que estimula la demanda del transporte aéreo»…

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