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Bilateral: una oportunidad sin precedente, columna de Rosario Avilés

El domingo pasado entró en operación el nuevo Convenio Bilateral de Aviación entre México y Estados Unidos, el cual sustituye el firmado en 1960 y crea un ambiente que puede ser susceptible de darnos una importante proyección en el mercado de ambos países, siempre y cuando nos pongamos las pilas.

Digamos que el marco ya está listo. Lo que falta es que las empresas de aviación puedan ingresar al mercado más grande del mundo y lograr un crecimiento que, si se aprovecha, podría generar millones de empleos. Una oportunidad sin precedente.

Para ello necesitamos hacer la tarea. No basta tener el "acceso al mercado", hay que cumplir con los requisitos técnicos y tener suficientes aviones, tripulaciones, procesos de primer mundo y capacidad de venta. Sin esto, la pésima noticia es que serán las aerolíneas estadounidenses las que se aprovechen del bilateral y no al revés.

En el caso del transporte de pasajeros el panorama que se nos pinta no es fácil pero es posible que logremos remontar las grandes diferencias. Hace apenas 6 años que Mexicana de Aviación dejó de volar y su mercado, equivalente al 23 por ciento, fue captado por las aerolíneas de Estados Unidos. Pero algo que llama la atención es cómo estas empresas, en lugar de focalizar su oferta a la Ciudad de México, la dispersaron a los principales lugares turísticos, logrando así lo que nosotros quisiéramos como país: diversificar mercados y hacer crecer a nuestras principales plazas turísticas para generar divisas.

Sabemos que las asimetrías entre los dos países son muy profundas. Mientras México tiene una flota de 340 aeronaves para el servicio de aviación civil, Estados Unidos posee más de 7,000 aviones para servir este mercado. No se trata de competir de tú a tú, desde luego, pero sí de aprovechar las ventajas que un acuerdo nos podría dar.
Necesitamos consolidar el andamiaje institucional que nos garantice la permanencia en categoría 1 de la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA), es decir, pleno acceso, y que las aerolíneas mexicanas sean aceptadas en aquel país, una vez que hayan logrado slots en los aeropuertos que deseen servir y el OK de la autoridad aeronáutica de ese país, mostrando que cumplen con las regulaciones y supervisiones de las auditorías de seguridad.

Otra cosa muy diferente sucede con la carga. Desde hace más de 20 años que sabemos que en este rubro nuestro país adolece de muchas fallas. Si entonces había 8 empresas mexicanas que servían el mercado, hoy ese número ha descendido a 6 y algunas no son totalmente nacionales.

Pero hay noticias alentadoras. Para 22 de los 50 estados de la Unión Americana México es el primero o segundo destino más importante en transporte de mercancías. El año pasado, un 5 por ciento de éstas se trasladó por vía aérea pero mientras nuestro país movió 515 mil toneladas, aquel país nos trajo 23 millones de toneladas.

El nuevo convenio, mucho más abierto en carga que en pasajeros, supone beneficios de 40 mil millones de dólares, aunque la mayoría son para Estados Unidos. Sin embargo, el potencial es brutal debido a que el mercado de aquel país es de más de 500 mil millones de dólares y con sólo un 5 por ciento estaríamos multiplicando por diez nuestra capacidad de transporte.

Es decir, por delante tenemos mucho que ganar pero también mucho qué hacer. ¿Lo lograremos? Eso dependerá del apoyo gubernamental a nuestro sector aéreo, de nuestra capacidad de gestión y de la disciplina de nuestros operadores aéreos. Ojalá que ésta vez, sí lo aprovechemos.

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