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La aeronáutica en la era del neoproteccionismo

Lo que parecía una pesadilla cinematográfica que nunca se haría realidad, parece estar llegando a todas partes sin que las diversas industrias se hayan preparado adecuadamente para este escenario. El neo-proteccionismo ha empezado a dejar sentir sus consecuencias en el comercio y la inversión extranjera, que muchos países requieren para avanzar en su desarrollo; y rubros como la aviación y la industria aeronáutica no son la excepción.

Así, tenemos el caso específico de Airbus, cuyos directivos han mostrado su preocupación por la falta de un acuerdo razonable para la salida de Reino Unido de la Unión Europea.

Y es que la decisión de Gran Bretaña, que se expresa en el llamado Brexit, modifica completamente la geopolí­tica de las inversiones de la industria aeronáutica europea, cuyo más conspicuo representante es precisamente Airbus, la armadora de aviones que nació al amparo del primer avión supersónico después de la II Guerra Mundial con el proyecto Concorde y después evolucionó hasta convertirse en el consorcio más grande de la industria.

Gran Bretaña fue, desde el inicio, un jugador esencial en la integración de la propuesta de fabricación de aviones que cristalizó en Airbus. Para los ejecutivos de esta empresa, lo más preocupante es que la falta de acuerdos pone en riesgo 15 mil empleos directos y 117,400 indirectos en 25 sedes diferentes de este país, donde se fabrican una serie de partes, pero sobre todo las alas de los diferentes aviones. Además, tiene alrededor de 400 empresas proveedoras en una cadena de suministro que ha alcanzado un grado de especialización muy importante.

Los funcionarios británicos, encabezados por la primera ministra Theresa May, no han logrado llegar a un acuerdo de salida de la Unión Europea con Bruselas, por eso es que en principio se ha dicho que cuando UK salga del acuerdo en marzo del 2019 habría una alteración muy grave en la cadena de producción, sobre todo en los costos y trámites aduaneros, si no existe un esquema de transición que le dé certeza a las empresas.

Este es quizás el caso más crítico de los que están sucediendo en el mundo a propósito de esta nueva tendencia hacia el proteccionismo. Pero los aranceles que ha empezado a imponer el gobierno de Trump a diversos países en rubros tan diversos como automóviles, acero y aluminio y productos de tecnologías protegidas por la propiedad intelectual, son el anuncio de lo que puede venir en el futuro a una industria que le apostó todo a la globalización y a la que le costaría mucho dar marcha atrás.

Un caso interesante está ocurriendo con Bombardier y Airbus, iniciado precisamente con la amenaza de Trump de imponer aranceles de hasta 300 por ciento a las importaciones de las aeronaves serie C de la armadora canadiense. Airbus ofreció a ésta su planta en Alabama para fabricar los aviones y ahora se empezarán a ver los frutos de esta alianza.

Pero como un producto colateral, surgió la oferta de la empresa Boeing para invertir en la brasileña Embraer, en un esfuerzo por no quedar en desventaja con las nuevas oportunidades que ofrece a los mercados la alianza Airbus-Bombardier.

Estos son apenas los primeros frutos de esta nueva polí­tica que puede sumir al mundo en una nueva recesión y colapsar muchos mercados que podrían ser pujantes si se les deja crecer. Aún no se asoman estos vientos por el lado del transporte aéreo pero sólo es cuestión de tiempo y, como diría Alexander de Juniac, director de la IATA, esto sería nefasto porque la aviación florece en climas de libertad.

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