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Skúli Mogensen, el empresario que quería pagar a los pasajeros por volar

Una escultura surreal rodeada de una pequeña verja, preside desde 1975 la plaza que da acceso al teatro-museo Dalí en Figueres. La pieza es un homenaje a Francesc Pujols, que para Salvador Dalí era como un emperador Trajano de la filosofía. Pujols (1882-1962) fascinó por igual a Pompeu Fabra, Joan Maragall, Pau Casals o Josep Pla con su idea de la filosofía, su interesante intelectualidad y su carisma personal. Con todo ello llegó a inventar una religión netamente catalana, la Hiparxiología, conectando los principios teológicos y científicos de Ramon Llull.

Una de sus profecías más conocidas y que muchos atribuyen a Salvador Dalí es aquella de “los catalanes, por el mero hecho de serlo, tendrán pagados todos sus gastos donde vayan. Serán tan numerosos que la gente no podrá acogerlos a todos como huéspedes de sus viviendas, y se les ofrecerá el hotel, el más preciado regalo que se le pueda hacer a un catalán cuando viaja. Al fin y al cabo, y pensándolo bien, más valdrá ser catalán que millonario”. Obviamente esta profecía viajera y generosa nunca se cumplió.

Tampoco se ha cumplido una similar que solía contar regularmente el empresario islandés Skúli Mogensen: “el transporte aéreo está cambiando tanto, que pronto serán las aerolíneas las que paguen a los viajeros por volar”, decía con frecuencia el fundador y Consejero Delegado de Wow Air, compañía de aviación que hoy ha suspendido operaciones, ahogado por una situación económica insostenible que se ha alargado meses con varios intentos de refinanciar deuda, un intento de fusión con la antigua compañía estatal Icelandair y varias acciones desesperadas para atraer nuevos inversores a una joven empresa que se había empeñado en cambiar la percepción del vuelo, ofreciendo tarifas ultraeconómicas tanto en viajes de corto como de medio y largo radio. No ha podido ser.

Con 50 años, aunque con aspecto de tener diez menos, Mogensen es un personaje conocido y reconocido en su país: fue nombrado hombre de negocios de Islandia en 2011 y 2016 y en 2017 recibió otro galardón similar: en lugar de empresario fue nombrado Hombre del Marketing islandés de 2017. Ese fue el año en que empezó a hablar de la posibilidad de que en lugar de cobrar a sus clientes, las aerolíneas fuesen quienes pagasen a sus pasajeros por volar, argumentando que aspectos extras como cobrar por la selección de asientos, el pago por tener embarque anticipado o por las comidas en vuelo, junto a las asociaciones de aerolíneas con hoteles, restaurantes, agencias de alquiler de automóviles y otros actores de la industria de los viajes acabarían pesando más que el precio del billete, con tendencia a ser cada vez menor y hasta negativo, con lo que técnicamente la empresa pagaría por atraerlos.

Más que cobrar por acceder al avión, lo importante para emprendedor islandés era tener a los pasajeros a bordo y los aviones llenos, pues en su cabeza y la de su equipo estaba la idea de que la mayor parte del dinero que Wow iba a ganar llegaría después de comprar el vuelo al cobrar absolutamente por todo, de ahí que en 2017 llegase a ofrecer vuelos transatlánticos a 61 euros e incluso llegó a bajar estas tarifas hasta los 48 euros por trayecto hace dos veranos: volar a otro continente acababa siendo casi más barato que llegar en taxi a un aeropuerto. Con esa filosofía llegó a operar 16 Airbus y voló hasta a 36 aeropuertos en América, Asia y Europa, incluyendo en su mapa ciudades como Barcelona, Toronto, Tel Aviv o Boston, aunque tan solo en el primer semestre de 2018 acumuló unas perdidas cercanas a 54 millones de euros…

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