INDUSTRIA AERONÁUTICA

Cómo es ir a bordo del avión más grande del mundo

El año 2005 marcó un antes y un después en el mundo de la aviación: el A380 realizaba su primer vuelo. Pero no fue hasta dos años más tarde cuando levantaba sus alas en un vuelo comercial. Tres aerolíneas asiáticas (Singapore Airlines, Emirates y Qantas) y la europea Air France fueron las que estrenaron el avión más grande del mundo. Desde entonces, las compañías aéreas han hecho 319 pedidos y Airbus ha entregado 179 de estas aeronaves cuyo precio actual se sitúa en alrededor de 432 millones de dólares y en cuya construcción participan España, Francia, Alemania y Reino Unido.

Con el vuelo entre Parísy Nueva York llevado a cabo en 2009 por Air France, Europa se subía a bordo de este cuatrirreactor de dos puentes, con una capacidad equivalente a la de un Boeing 777-200ER y un Airbus A340 juntos y que puede efectuar vuelos de más de 13.000 km a más de 1.000 km/h. Hoy en día, la aerolínea gala cuenta con diez aeronaves A380 -cuyo principal competidor es el Boeing 787- con los que llega ya a ocho destinos, gracias a la reciente inauguración de la ruta entre París-Charles de Gaulle y México DF se convierte en la primera aerolínea que vuela con este tipo de aeronave a Latinoamérica.

El avión más grande del mundo tiene una capacidad máxima de 853 pasajeros, aunque son las propias aerolíneas las que diseñan cómo serán sus cabinas para las diferentes clases. Así, mientras compañías como Emirates -la que más A380 tiene en su flota, un total de 72- cuentan con 399 asientos en la versión de largo recorrido y 406 en la de medio para clase turista, 76 asientos en business y 14 cabinas individuales en primera clase, otras, como Air France, han diseñado sus aeronaves para una capacidad de 516 pasajeros: 389 asientos para la clase turista, 38 para la turista superior, nueve cabinas para la primera clase, La Première, en el puente principal y 80 asientos para la clase business en el puente superior, «una clase que aumenta el número de asientos y que supone un gran reto», destaca el director general de Air France en México, Eric Caron.

Todo ello en un mastodonte con una envergadura de 79,8 metros, una longitud de 73 metros y una altura de 24,1 metros. La comodidad y el espacio -la superficie en el suelo es superior en un 50% a la de un B747-, así como el silencio -emite dos veces menos ruido en el despegue que un avión clásico y tiene un nivel acústico de cinco decibelios menos respecto a los estándares de la industria- son algunas de las grandes ventajas para el pasajero que se suba a este avión. A ello se suman comodidades como bares, duchas o incluso una galería de arte a bordo…

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