Volar ha sido siempre un sueño para el hombre. Una acción imposible para el ser humano que, gracias a la técnica y a la aeronáutica, hemos podido hacer realidad con la invención de los aviones.
Así, hoy en día el avión es uno de los medios de transporte más populares del mundo. Y más si cabe para viajes largos, principalmente porque se trata de una manera rápida y eficiente de llegar al destino.
Por todo lo anterior, la velocidad a la que vuelan los aviones (nos referimos a los comerciales) es una de las incógnitas más interesantes de la ciencia que podemos plantearnos en la actualidad. Vamos a intentar esclarecer algunos datos.
La eficiencia de los viajes en avión se debe principalmente a la velocidad que ofrece un viaje aéreo. Es la velocidad la que hace que el flujo de aire, a su paso por las alas, cree la sustentación necesaria para elevar un aparato de varias toneladas.
No es, por tanto, de extrañar que cuando se habla de la velocidad de un avión ésta no sea única, y en realidad los pilotos hablen de muchas velocidades. Sin querer entrar en detalles demasiado técnicos, vamos a intentar dar un pequeño repaso a algunas de ellas.
Para empezar, en el despegue el avión se sitúa en la cabecera de pista, aplica potencia a tope y empieza a acelerar rápidamente por la vía asignada. En un momento determinado alcanza la velocidad denominada V1. Un avión comercial despega por lo general entre 160 y 180 mph (257 y 290 kmph). La velocidad puede variar en esta etapa del vuelo debido a la resistencia del viento, la capacidad de peso total o el uso de dispositivos de alta elevación…
