Chuck Hughey soporta las filas de seguridad en el Aeropuerto Internacional de Pittsburgh al menos una vez a la semana; no para tomar un vuelo, sino para comprar un cono de helado o navegar por algunos de los vestíbulos.
¿Está loco? No, en absoluto, diría él, solo es un abuelo cariñoso. Él y la pequeña Cleo, de 3 años, pasan tiempo de calidad allí, usando los tranvías entre las terminales y deslizándose por las pasarelas móviles.
«Es tan conveniente y tan seguro», dice Hughey, un superintendente escolar jubilado de 72 años, después de una reciente visita con lo que se conoce como un pase de no viajero. «Le encanta mirar por la ventana grande y tomar una botella de leche comprada en Dunkin’ Donuts, sentarse allí y ver los aviones que van y vienen y los portaequipajes que cargan los aviones. Nos lo pasamos genial».
Hughey está a la vanguardia de un nuevo fenómeno: el turismo de terminal. Los programas adoptados o considerados por varios aeropuertos permiten a las personas pasar más allá de los controles de seguridad para reunirse con familiares que llegan o simplemente pasar el rato.
Es un poco un retorno a los días previos a los atentados terroristas del 11 de setiembre, cuando la seguridad de los aeropuertos era más relajada y no se necesitaba un boleto de un vuelo para ingresar.
Los programas se están arraigando a medida que los aeropuertos amplían las opciones para llenar el tiempo de permanencia de los pasajeros, como se llama a esas horas a menudo tormentosas desde que las personas pasan seguridad hasta cuando despegan sus vuelos.
Ahora, muchos aeropuertos ofrecen música en vivo y exhibiciones de arte. Hay spas, microcervecerías, parques infantiles, restaurantes gourmet y bares de vinos.
Pittsburgh fue el primer aeropuerto en abrirse a no viajeros, en 2017, y Tampa comenzó a hacerlo el mes pasado. Seattle-Tacoma está evaluando un piloto que probó a principios de este año y Hartsfield-Jackson Atlanta International, el más concurrido del país, podría buscar la aprobación para una ejecución de prueba. La idea está bajo consideración en Detroit y Austin.
La semilla se plantó en el 2006, cuando la Administración de Seguridad de Transporte (TSA, por sus siglas en inglés) permitió el acceso a restaurantes y tiendas para huéspedes durante la noche en hoteles conectados a terminales en Pittsburgh, Detroit y Dallas-Fort Worth. Hoy, la ampliación del acceso postseguridad es una opción para cualquier aeropuerto de EE.UU., asegura Jenny Burke, portavoz de la TSA.
Algunos lo ven como un potencial creador de dinero; funcionarios de las instalaciones en Atlanta y Detroit creen que podrían ver ingresos adicionales por estacionamiento y concesiones. Una encuesta a visitantes durante la prueba en Seattle-Tacoma mostró que las personas se quedaron un promedio de 2.5 horas, aunque gastaron solo un promedio de US$ 10.29.
Los turistas de la terminal deben someterse a controles de antecedentes con anticipación y pasar los controles de seguridad habituales de la TSA. Cada aeropuerto tendrá que evaluar continuamente las preocupaciones sobre la seguridad en su ubicación y compararlas con los beneficios del acceso de no viajeros, asegura Richard Bloom, que enseña seguridad de aviación e inteligencia global en Embry-Riddle Aeronautical University.
Después de sopesar la información de inteligencia y las vulnerabilidades específicas, el programa «podría estar bien para ciertas ubicaciones y no para otras», dice.
Los aeropuertos trabajan con la TSA para determinar los mejores días de la semana y las horas del día para ofrecer acceso y cuántos visitantes permitir. No parece haber creado cuellos de botella hasta ahora, asegura Christopher Bidwell, vicepresidente sénior de seguridad de Airports Council International-North America. «Mucho de eso se debe al hecho de que se coordina bien a nivel local entre el operador del aeropuerto y la TSA»…