Viajar avión se ha convertido en algo completamente habitual para una gran mayoría. Sin embargo, hace unas décadas, subir a una aeronave era algo reservado a una selecta minoría, que disfrutaba de los vuelos con todo lujo de detalles.
Hablamos de la Edad de Oro de los viajes en avión: los años 50 y 60 del siglo pasado, en los que el glamur, la comodidad y la promesa de vivir una auténtica aventura a bordo eran atractivos que las aerolíneas explotaban en sus campañas de publicidad. Las promociones solían acompañarse de imágenes de jóvenes y bellas azafatas que prometían convertir el trayecto en una experiencia inolvidable.
Regresamos al pasado de la mano de Skycop, una compañía que ayuda a reclamar compensaciones aéreas, que nos refresca la memoria de cómo eran aquellos viajes en avión. Las diferencias con la actualidad son abismales. ¿Las recordamos?
Viajar avión se ha convertido en algo completamente habitual para una gran mayoría. Sin embargo, hace unas décadas, subir a una aeronave era algo reservado a una selecta minoría, que disfrutaba de los vuelos con todo lujo de detalles.
Hablamos de la Edad de Oro de los viajes en avión: los años 50 y 60 del siglo pasado, en los que el glamur, la comodidad y la promesa de vivir una auténtica aventura a bordo eran atractivos que las aerolíneas explotaban en sus campañas de publicidad. Las promociones solían acompañarse de imágenes de jóvenes y bellas azafatas que prometían convertir el trayecto en una experiencia inolvidable.
Regresamos al pasado de la mano de Skycop, una compañía que ayuda a reclamar compensaciones aéreas, que nos refresca la memoria de cómo eran aquellos viajes en avión. Las diferencias con la actualidad son abismales. ¿Las recordamos?
Precios de vértigo
Este es sin lugar a dudas uno de los aspectos menos envidiables de antaño. Los precios de los billetes han bajado de forma vertiginosa en la últimas décadas -alrededor de un 40% respecto a las tarifas de la Edad de Oro-, y echando mano de una buena promoción, el viaje puede salir por una suma más que razonable.
La fama de elitista del sector aeronáutico de la década de los 50 y 60 no es gratuita. Y es que solo los viajeros con un alto poder adquisitivo podían hacer uso de este medio de transporte. Como ejemplo: en aquellos años, TWA ofrecía billetes ente Nueva York y Roma por 360 dólares (315 €), una cifra elevadísima si tenemos en cuenta que el ingreso medio anual de una persona se situaba alrededor de los 4.000 dólares. Si lo trasladamos el valor del dinero actual (teniendo en cuenta la inflación), el precio del mismo viaje sería de 3.046 dólares (unos 2.660€).
Controles de seguridad
Estamos acostumbrados a invertir mucho tiempo en superar los controles de seguridad de los aeropuertos, pero ¿sabías que hasta 1973 estos controles eran inexistentes? Los pasajeros llegaban, entregaban el billete y recibían sus respectivas tarjetas de embarque sin ni siquiera identificarse.
Hoy, a bordo, el personal de cabina invierte un tiempo en explicarte el protocolo de seguridad, algo que no ocurría en el pasado, cuando las azafatas (por supuesto, en femenino) tenían una misión mucho más determinada: colgar abrigos, servir comidas, repartir revistas y tener charlas agradables con los pasajeros. Debían ser mujeres jóvenes, guapas, encantadoras y solteras que solo podían trabajar en este puesto hasta los 32 años, momento en que debían jubilarse de sus tareas. ¿Te lo imaginas ahora?
El espacio no era un problema
El lujo y la comodidad de la Edad de Oro de la aviación serían inimaginables hoy en día. Los pasajeros podían disfrutar de rincones de ocio dentro de la aeronave, bares, e incluso piano que les amenizaba el vuelo. Y es que en aquellos años, el espacio no era un problema.
Los pasajeros podían sentarse cómodamente, caminar e incluso podían llegar a bailar. Y es que las quejas por la reducción progresiva de centímetros entre butacas -tan habituales en la actualidad- en el pasado no tenían ninguna razón de ser…