El vuelo de Singapore Airlines entre este pequeño estado asiático y la ciudad de Newark, de casi 19 horas, desplaza la frontera de la conexión más larga del mundo. Seguidas muy de cerca por la ruta Auckland-Doha -de 18 horas- de Qatar Airways, y la Perth-Londres de Qantas (17 horas y 20 minutos), este vuelo es posible gracias a las características técnicas del A350, que presenta un mejor rendimiento del consumo.
Esta aeronave también será utilizada en la ruta Singapur-Los Ángeles, que comenzará a operar a partir de noviembre. United también llega a esta ciudad-estado desde San Francisco, con un viaje que puede durar hasta 17 horas y 30 minutos.
La luz que refleja las horas del día
Los fabricantes pudieron crear aviones que realizar estos viajes sin escalas, pero cabe ver hasta qué punto los pasajeros resisten estas maratónicas conexiones.
Un punto clave para evitar los efectos del jet lag es la iluminación de la cabina. Según detalló Sek Eng Lee, el vicepresidente de Singapore Airlines para América a medios de EEUU, las luces en el interior “se ajustan según van pasando los husos horarios, para que el cuerpo pueda adaptarse a los cambios en su reloj biológico”.
Así, al partir los colores rojo, naranja y amarillo representan al atardecer, que luego da paso a diversas tonalidades de azul –de claro a oscuro- para inducir al sueño. Cuando se está cerca del aterrizaje, las luces son más claras como si se estuviera en pleno día.
Estos cambios cromáticos a bordo también fueron aplicados por Qantas con la Universidad de Sídney, cuando lanzaron el ‘salto del canguro’, como se conoce a la ruta Perth-Londres.
La temperatura ideal
Las investigaciones con el centro académico también se centraron en la cabina. La temperatura ideal es mantenida en secreto, pero no es tan gélida como la que suele encontrarse en los aviones de las compañías norteamericanas.
Las luces de la cabina van cambiando conforme se atraviesan los husos horarios, para acomodar el reloj biológico de los pasajeros
El punto es que si hace demasiado calor, los pasajeros duermen bañados en sudor. Si la cabina está más fría, cuesta más poder conciliar el sueño.
Por suerte, las cabinas de los Airbus A350 y los Boeing Dreamliner tiene mejores niveles de presión y humedad comparados con el gigantesco A380, el B777 y el B747, que está en vías de extinción. Pero eso no quita que los pasajeros tengan que hidratarse con más frecuencia para combatir la sequedad del interior del avión.
Comer bien, comer sano
La comida es otra de las claves que las aerolíneas tienen muy en cuenta. Para que el estómago no juegue una mala pasada durante las 17 (o más) horas de vuelo, las compañías preparan menús con menos carbohidratos, platos más livianos e ingredientes con más contenido en agua, para evitar los efectos de la deshidratación ante la sequedad ambiente de la cabina.
En el caso de Qantas, su menú ‘anti jet lag’ incluye jugos, frutas de temporadas y chocolate caliente con leche tibia, que ayuda a inducir el sueño.
Además, como es costumbre en los vuelos transatlánticos, los tripulantes dejan a mano canastas con una abundante provisión de snacks y botellines de agua para que los pasajeros se sirvan a gusto.
Consejos para soportar la maratón aérea
La columnista Cynthia Drescher, en The Independent, presenta varios tips de supervivencia para soportar más de 17 horas a bordo de un avión.
Si no es posible viajar en una clase superior a la económica, hay que olvidarse de tener una mochila o maleta en la parte inferior del asiento. Lo mejor es que los elementos más vitales (auriculares, crema hidratante, pasta dental, cable USB, toallitas húmedas y antifaz para dormir) estén guardadas en un pequeño bolso, y que pueda ser guardado en el compartimiento de las revistas.
Periódicamente se sugieren realizar ejercicios de estiramientos de cuello, brazos y piernas para evitar las incomodidades de tantas horas sentado…