Arriba de un ultra liviano uno se siente más expuesto. La estructura que permite ascender unos 150 metros es mínima y nada parece mediar entre el hombre y el cielo. A lo alto, el aire se filtra por todos lados: bajo las alas, entre los caños. Sin un vidrio aislante uno puede sentirse, durante ese rato, un poco más semejante a un pájaro. Por supuesto que hay un motor, y el intenso sonido que marca su andar recuerda su presencia pese a las orejeras. El ruido molesta, pero claro, nadie quiere que se detenga. Abajo, algunos autos van y otros vienen. Parecen de juguete, como piezas de una gran maqueta que se despliega a los pies.
Algunos platenses son fanáticos de este tipo de vuelo. Pero la pasión no se les agota con subir a un ultraliviano "˜cualquiera"™ y volar. Arranca desde la fabricación "casera" del avión, que implica comprar materiales, soldar, construir, para recién después subir y elevarse. Se podría decir, por sus "˜propios medio"™. En La Plata actualmente unas 25 personas están trabajando en la fabricación de su propio ultraliviano.
El ingeniero electrónico Daniel Nieto (50) es uno de ellos. A los trece años se empezó a fascinar con el aeromodelismo y se mantuvo en la actividad hasta pasados los treinta. "Los empecé a hacer cada vez más grandes y ya no tenía lugar dónde guardar. Entonces se me ocurrió construir uno verdaderamente grande, para volarlo. Después desistà de la idea porque me pareció una locura", cuenta.
En 2001 Daniel fue a un festival de aviones experimentales, en Estados Unidos. "Ahà me enteré que existían un montón de personas que se fabricaban su propio avión y la idea que me había cruzado aquella vez me pareció más realizable. Volvà completamente incentivado", recuerda.
Daniel se compró planos y en 2004 empezó la fabricación de su avión. Ya lleva diez años en la construcción. "Cuando me di cuenta que sería un proyecto a muy largo plazo decidà comprarme un kit para armar y volarlo mientras tanto"…