Imagina esta situación: estás sentado en un avión, instalándote para un vuelo nocturno de una hora. Y te preparas para recostarte en tu asiento y echarte a dormir.
Tratas de reclinarlo, pero no cede. ¿Qué ocurre? No estás cerca de una salida de emergencia así que debería funcionar con normalidad. Y tampoco está roto.
Entonces te das vuelta y te das cuenta de cuál es el problema.
El pasajero que está sentado justo detrás de ti está usando un aparato para evitar que puedas reclinar tu asiento: un par de soportes de plástico, cada uno del tamaño de una engrapadora o corchetera en miniatura, que fijan en su lugar las patas de la bandeja plegable.
De esa manera, esa persona que está detrás de ti puede comer o usar una computadora portátil sobre la bandeja sin preocupaciones, evitando que tú eches tu asiento hacia atrá"¦ Y arruinando la posibilidad de que te duermas.
¿Qué haces?
La respuesta no siempre es agradable.
En 2014, un vuelo de United Airlines desde Newark, Nueva Jersey, hasta Denver, Colorado, tuvo que ser desviado debido a una disputa entre dos pasajeros.
Uno de ellos estaba usando un «protector de rodillas», como se llama a esos aparatos que evita que el pasajero de delante recline su asiento.
Al final, el viajero que quería reclinar su asiento le arrojó una bebida en la cara al otro hombre y el avión se desvió a Chicago, donde echaron a ambos rápidamente fuera de la aeronave (y desde ese accidente, que acaparó titulares internacionales, las ventas de los «protectores de rodillas» se dispararon).
Pero ha habido muchas otras peleas entre pasajeros por reclinar sus asientos, con o sin dispositivos plásticos controversiales de por medio…