Ãrboles caídos, restos de fuselaje, cadáveres aún aferrados a los asientos. La imagen con la que se encontraron las primeras personas que llegan al cerro El Gordo, minutos después del accidente aéreo que sufrió la delegación de Chapecoense que se dirigía a Medellín, era aterradora. Era desesperante. Sergio Marulanda fue uno de los lugareños que, con una camioneta devenida en ambulancia, comenzó las tareas de rescate. Pero al primer sobreviviente, el futbolista Alan Ruschel, lo encontraron gracias a que un niño «fantasma» los ayudó.
«Cuando estábamos parqueando las camionetas llegó un niño y nos dijo que a unos heridos los estaban sacando por otro lado», aseguró Marulanda, que llegó a la zona de la tragedia por la llamada de su hermano, un médico local, que le pidió que fuera hacia allí con una 4×4 y con cuatro amigos para colaborar. «Un policía me dijo: ‘Usted es el primero en llegar, monte al niño en la camioneta y vaya a recoger los heridos'», agregó. El pequeño, de uno 10 años, se hizo conocido como «fantasma» después de los rescates porque nadie logró identificarlo. El menor les contó que escuchaba gritos y eran los de Alan Ruschel.
En la camioneta de Marulanda, los rescatistas subieron a Ruschel, que estaba muy delicado, aunque igual intentaba comunicarse. «Lo subieron arropado, preguntó por su familia y sus amigos, dijo que le dolía mucho la cadera porque tenía una fractura», reveló Marulanda. El futbolista habló con sus salvadores en español, aunque lo justo y necesario. Pidió que le guardaran el anillo de compromiso para «poder casarse» y preguntó por sus amigos…