Es una de las joyas de la corona de Qatar. Un Boeing 747-800 que parece un pequeño palacio oriental. Tiene desde dormitorios en suite hasta un centro médico.
A veces creemos ver lo que no es. En aviación sucede con frecuencia con algunos aviones de Estado dedicados al transporte de personalidades. Por diferentes razones como seguridad o discreción ante la ciudadanía, exteriormente no se distinguen de los de su aerolínea nacional.
Es el caso de China. Sucede con sus aviones VIP o presidenciales, que en el fuselaje llevan el esquema de pintura de Air China. También pasa con el actual Embraer presidencial venezolano, que hace unos días estuvo en Perpiñán para una revisión y que por fuera parecía un aparato más de la aerolínea Conviasa. O bien con buena parte de la flota del Qatar Amiri Flight.
Esta última es una aerolínea VIP propiedad del estado del golfo Pérsico que se dedica al transporte de la dinastía Al Thani, familia real de Qatar, miembros del gobierno e invitados. En este caso, casi todos sus aviones llevan los colores de Qatar Airways, aunque el interior de sus aviones no tiene nada que ver con los de la aerolínea.
La semana pasada, uno de estos aparatos de la flota VIP qatarí pasó por El Prat y los más observadores pudieron ver que no se trataba de uno de los dos vuelos diarios Doha-Barcelona-Doha sino una visita muy diferente: el Airbus de cabina ancha quedó aparcado muy cerca de la antigua torre de control.
Aquel Airbus es uno de los catorce aviones con los que cuenta la familia del jeque Al Thani, sus ministros, personal de confianza e invitados para volar por el mundo. El aparato más pequeño de la flota es un A319CJ, de alcance intercontinental y gemelo al que usan gobiernos como Italia o Francia, del que hay tres unidades y el más grande y joya de la corona es el Boeing 747-800 en versión BBJ, por Boeing Business Jet.
Es lo más refinado del fabricante americano, del que el gobierno qatarí compró dos unidades, aunque en este caso ambos fueron pintados exteriormente con otros esquema: siempre manteniendo el púrpura y blanco de la bandera, se juega también con el gris claro. Uno no tiene ninguna señal externa más allá de la matricula y el otro no lleva tampoco nombres aunque sí un enorme escudo con el que es el emblema nacional del estado desde 1976: dos sables o cimitarras, una isla con dos palmeras, un barco a vela y el agua del mar.
Este segundo y tan simbólico avión hace unos días que se ha convertido también en una de las joyas de la corona de intermediarios y grandes marcas de compra y venta de aviones, puesto que el estado de Qatar ha decidido venderlo. Por la clásica discreción que se le dan a estos asuntos no hay comunicado ni información oficial, aunque todo apunta a que el poco uso que se le ha dado al avión desde que entró en servicio podrían estar detrás de querer desprenderse de él.
Según las características y hoja de servicios que se indican en AvBuyer, una de las empresas a las que se ha confiado su venta, desde 2012 y hasta esta primavera solo había volado 436 horas y acumulado 200 ciclos o vuelos totales, lo que implica que el flamante 747-8 BBJ qatarí solo ha volado hasta ahora una media de 72 horas anuales, una cifra discretísima a la que cualquier otro aparato similar operando en una aerolínea comercial llega en cuestión de días realizando algunos vuelos intercontinentales.
Ni AvBuyer ni los otros intermediarios que tienen el avión en su catálogo revelan la cifra que se pide por ese avión casi único en el mundo, aunque se piensa que ronda los 750 millones de dólares. Fue entregado en 2012, aunque desde la fabrica de Boeing voló con su interior vacío y aterrizó directamente en un centro especial en San Antonio, Texas…