Parece una mañana como otra cualquiera en el aeropuerto de Barajas. De repente, una voz emite un aviso por los altavoces de la megafonía. Dos vuelos van a sufrir retrasos. El aeropuerto decide en ese momento cerrar las pistas de despegue. ¿La razón? Una manada de jabalíes acaban de cruzar la vallle perimetral y las pistas de asfalto desde las que los aviones comienzan su recorrido. Llevan varios días complicándoles la vida a los trabajadores y dificultando el normal funcionamiento en la zona de aterrizaje y despegue de los vuelos.
Durante varias horas, se trató, sin éxito de ahuyentar a los animales que impedían el funcionamiento de la zona aeroportuaria. Pero nada. Las bestias pastaban a su antojo entre el asfalto y la zona más cercana al pasto. Así que los responsables del recinto decidieron ir a por ellos: se pusieron a cazarlos.
En principio, los viajes en avión consisten casi siempre en un recorrido apacible. Un paseo de varias horas de una punta a otra del país, a veces del continente. Vas con la película, con la serie, con el libro, absorto de lo que ocurre alrededor y cuando te das cuenta ya has llegado. Ni te enteras. Sin embargo, hay ocasiones en las que hasta un viaje en avión se puede convertir en una auténtica pesadilla más propia de esta noche de Halloween que de un tranquilo recorrido en el avión…