Me llama desde Ciudad de México, donde vive con su familia, mi prima Rebeca Suárez. La siento feliz y emocionada y no es para menos: Su hijo Hugo Tamborell Suárez es el piloto que comanda el Boeing 787-8 Dreamliner de Aeroméxico que transportará al Papa Francisco y su séquito desde Ciudad Juárez, Chihuahua, hasta el Aeropuerto de Ciampino en Roma. Una enorme responsabilidad.
Un niño comedido y sereno
A Hugo me unen lazos de familia. Una historia familiar de profundas raÃces cubanas que ha quedado fuera de los reportajes que han hablado de él por estos días. Lo conocà con solo tres añitos y no olvido que en mis frecuentes viajes a la Ciudad de México, siempre Ãbamos a la pequeña hacienda que los padres de Hugo tenían en Texcoco. Hugo, invariablemente, era nuestro guía.
Siguiendo la tradición familiar, al pasar los años, Hugo Tamborrell Suárez se convirtió en un experimentado comandante de la aviación comercial y ahora ha tenido el privilegio de ser escogido por su empresa para tan importante encomienda, porque este hombre, además de joven y apuesto, disciplinado y entero, lleva en su sangre el arte de conducir esos pájaros por los aires, que a mi aún se me hace insólito cómo lo consiguen.
El Abuelo Enrique
Pero la historia de esta saga comenzó con el bisabuelo materno de Hugo, don Enrique Suárez y Ordoñez, a quien todos llamábamos «El Abuelo».
Suárez y Ordóñez era Teniente Coronel del Ejército mejicano y en febrero de 1913, tras el asesinato del presidente de México, Francisco I. Madero y de su vicepresidente, José María Pino Suárez, se ve forzado a irse al exilio.
Se refugia en McAllen, Texas, no sin antes hablar con su esposa Margarita, la bisabuela de Hugo, para despedirse y decirle que en esa misma fecha, pero un año más tarde, la esperaría en el Puerto de La Habana…