Docenas de puertas están listas para recibir a los aviones. Las pantallas muestran información de vuelos simulada en tiempo real. Terminales relucientes esperan que lleguen los pasajeros.
El Aeropuerto Brandenburg Willy Brandt (BER) de Berlín se ve igual que cualquier otro aeropuerto moderno importante en Europa, excepto por una gran diferencia: todavía está vacío siete años después de la fecha prevista para su inauguración.
Alemania puede ser conocida por su eficiencia e ingeniería refinada, pero cuando se trata del nuevo aeropuerto fantasma de Berlín, esta reputación no podría estar más lejos de la verdad.
El aeropuerto se ha convertido en una especie de broma entre los berlineses y es una fuente de frustración para los políticos locales, líderes empresariales y residentes.
Originalmente se esperaba que el aeropuerto, financiado por la ciudad, el estado y la nación, costara US$2.250 millones.
Sin embargo, a principios de este año los planificadores dijeron que los costos estimados actuales llegarán a los US$8.200 millones, una cifra que podría aumentar aún más dependiendo de cuánto demore en finalizarse la obra.
Y todos los meses que el aeropuerto permanece sin abrir, acumula millones de euros en costos de mantenimiento.
«Hubo, en cierto sentido, una espiral de errores importantes que contribuyeron al resultado final», le dijo a la BBC Jobst Fiedler, un profesor emérito de la Escuela de Gobierno Hertie de Berlín y autor de un estudio de 2015 sobre el aeropuerto.
«Debería haberse inaugurado en junio de 2012 -en ese momento ya había un exceso de costos y tiempo- pero la historia continúa».
El Muro de Berlín
La planificación del nuevo aeropuerto comenzó después de la caída del Muro de Berlín, en 1989.
En ese momento quedó claro que la capital recién reunificada necesitaría un aeropuerto moderno, con una capacidad mucho mayor que la del par de aeropuertos creados durante la Guerra Fría: Tegel (en la antigua Berlín Occidental) y Schönefeld (en la antigua Berlín Oriental).
La ciudad comenzó la construcción del nuevo aeropuerto en 2006, con el entendimiento de que tanto Tegel como Schönefeld cerrarían cuando este abriera.
La primera señal importante de que algo estaba mal se produjo en el verano de 2010, cuando la corporación que gestiona la construcción, Flughafen Berlin-Brandenburg, controlada por el gobierno estatal y federal, postergó la apertura de octubre de 2011 a junio de 2012.
En 2012 realmente parecía que el aeropuerto abriría: la ciudad planeó una ceremonia a la que iba a asistir la canciller Angela Merkel. Pero menos de un mes antes, los inspectores encontraron problemas importantes con el sistema de seguridad contra incendios y volvieron a postergar la apertura hasta 2013.
No fue solo el sistema de alarmas contra incendios: posteriormente surgieron una serie de otros problemas serios. Más de 90 metros de cable fueron instalados incorrectamente. Unas 4.000 puertas fueron numeradas erróneamente. Las escaleras mecánicas eran demasiado cortas.
Hubo tal escasez de mostradores de check-in que los planificadores propusieron que algunas aerolíneas verificaran a sus pasajeros en las carpas frente a la terminal, algo a lo que las aerolíneas naturalmente se opusieron…