En noviembre de 1962, los gobiernos de Reino Unido y Francia anunciaron un acuerdo que causó gran malestar en las salas de reuniones de los fabricantes de aviones estadounidenses.
Los dos países revelaron sus planes para construir conjuntamente un nuevo avión de pasajeros, que sería capaz de volar a más del doble de la velocidad del sonido.
La aeronave "“que recibiría el nombre de «Concorde»"“ sería el avión comercial más avanzado del mundo y demostraría que los fabricantes europeos podían crear los diseños más vanguardistas.
El presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, propuso un repentino desafío: el Concorde anglo-francés tendría competencia.
Para el proyecto, financiado por la Casa Blanca, se eligieron dos diseños, uno del fabricante de aviones Boeing y otro de Lockheed.
Pero el programa se vio afectado por la inestabilidad política, las protestas medioambientales y los costos cada vez mayores.
Ninguno de los «Concordes de Estados Unidos» llegó a volar.
Hoy, sin embargo, los vuelos supersónicos están de nuevo en la agenda de Estados Unidos, tras más de 45 años en el olvido.
Lockheed anunció recientemente una colaboración con la Agencia Espacial de EE.UU. (NASA, por sus siglas en inglés) para diseñar una nave supersónica más silenciosa que pueda un día transportar pasajeros.
Pero, ¿qué se puede aprender de la historia fallida del rival estadounidense del Concorde?
Competencia rusa
Incluso antes de que el Concorde fuera anunciado, los fabricantes de aeronaves estadounidenses estaban analizando seriamente la viabilidad de un avión de pasajeros supersónico, el Transporte Supersónico (STT, por sus siglas en inglés).
Una empresa, Douglas Aircraft, produjo un concepto en 1961 de una aeronave que podría volar triplicando la velocidad del sonido (Mach 3).
Al otro lado de la Cortina de Hierro, el fabricante ruso Tupolev también estaba creando una nave de transporte supersónico, la Tu-144.
Ser derrotado en la carrera de la aeronave supersónica por los británicos y franceses era una cosa; serlo por los rusos era otra.
La cruzada por un avión supersónico se convirtió en algo casi tan importante para Estados Unidos como la conquista de la Luna.
«Mirando atrás en el tiempo se puede observar que hubo muchos avances tecnológicos en aeronáutica», dice Peter Coen, director del proyecto supersónico de la NASA en el Centro de Investigaciones Langley, en Virginia, EE.UU…
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