Con permiso de Arquitas de Tarento, Da Vinci, los hermanos Wright o Ferdinand von Zeppelin, uno de los grandes hitos de la conquista humana de los cielos se registró el 1 de enero de 1914. Ese día de año nuevo, el piloto Antony Janus abría oficialmente la era de la aviación comercial al transportar a Abram C. Phell, entonces alcalde de la ciudad estadounidense de Sant Petersburg (Florida), desde esa localidad hasta Tampa, en el mismo Estado, a bordo de un hidroavión Benoist Type XIV. Cuarenta kilómetros de distancia, veinte minutos de vuelo y un solo pasaje, de cuatrocientos dólares de la época. Otro de los momentos estelares en el sector de la aeronáutica civil acaba de producirse ahora, 104 años después de aquella memorable hazaña, al cerrarse el ejercicio más seguro de la historia para los pasajeros de todo el mundo. Al menos, desde 1946, cuando empezaron a contabilizarse los accidentes de avión.
Durante los últimos doce meses, los aeropuertos del planeta certificaron una actividad récord al autorizar 36,8 millones de despegues con más de 3.700 millones de viajeros en sus cabinas. Pues bien, en esa vorágine celestial, únicamente diez aeronaves comerciales sufrieron algún tipo de accidente luctuoso con el resultado de 144 personas fallecidas, lo que supone un ratio de un único siniestro por cada 7,36 millones de vuelos.
Así lo constatan los datos que acaba de hacer públicos Aviation Safety Network (ASN), líder de internet en información sobre seguridad aérea, y que conciernen únicamente a los aparatos comerciales civiles de transporte de pasajeros y los de flete habilitados para llevar a un mínimo de catorce pasajeros. Por tanto, su estudio no incluye, por ejemplo, la tragedia acaecida en Myanmar el pasado 7 de junio, cuando un avión Y-8F de las Fuerzas Aéreas de ese país se precipitó al Océano Ãndico con 122 personas a bordo. Pero, aunque lo hiciera, y con ella otras desgracias de aeronaves de transporte militar, los de 2017 seguirían siendo los mejores números en el historial moderno alado…