Edward Snowden, el ex empleado de inteligencia que reveló la existencia de programas secretos de espionaje de Estados Unidos, dejó el aeropuerto de Moscú y pisó suelo ruso ayer.
Snowden recibió los documentos que le permitieron salir de una zona de tránsito internacional del aeropuerto moscovita de Sheremetyevo, donde estuvo varado durante más de un mes.
La situación de Snowden es uno más de los casos de personas que han tenido que permanecer en condición de ciudadanos sin patria en terminales de tránsito en varios aeropuertos.
Historia de película
Mehran Karimi Nasseri es, sin duda, el residente aeroportuario más famoso del mundo, pues vivió en el aeropuerto Charles de Gaulle de París por casi 18 años (desde 1988 hasta el 2006), durmiendo en las bancas, usando los baños de la terminal y comiendo lo que pasajeros y tripulantes le regalaban.
Originalmente fue expulsado de su país por hablar mal del Sha de Irán y buscó asilo en varios países.
Fue llevado a Bélgica a inicios de los ochenta. Cuando viajaba a Egipto para visitar a unos parientes sus documentos fueron robados y terminó detenido en París, legalmente como refugiado, pero sin poder regresar a Bélgica o entrar en Francia sin visa.
Su drama acabó en el 2006 cuando fue trasladado al hospital. Allí fue cuidado por la Cruz Roja y fue acomodado durante unas semanas en un hotel cercano al aeropuerto. Después fue transferido a un centro de caridad en París, donde ha vivido desde entonces.
Cuando el director de cine Stephen Spielberg supo de la historia, la productora Dreamwork le pagó 300 mil dólares por los derechos de su testimonio. La película fue protagonizada por Tom Hanks y se llamó ‘La Terminal’.
El activista que no lo querían
El activista de los derechos humanos Feng Zhenghu pasó 92 días en el aeropuerto de Tokio, Japón, en el 2009, tras ocho intentos fallidos para regresar a China, su país natal. En cuatro ocasiones logró llegar al aeropuerto de Shanghái, pero fue detenido y enviado de vuelta a Tokio.
Zhenghu sospechaba que su país no lo quería por su pasado de activista y empezó a caminar por el aeropuerto de Tokio vistiendo una camisa en la que decía que era un ciudadano chino al que no se le permitía regresar.
Volvió, pero dos años más tarde fue puesto bajo arresto domiciliario en Shanghái.
Desapareció
Durante cuatro meses un ciudadano de Sri Lanka vivió en el aeropuerto de Caracas, Venezuela, en el 2012.
Parameswaran, como era conocido, hablaba muy poco español e inglés, por lo tanto era muy poca la información que se tenía de él y como no había un Consulado de Sri Lanka en Caracas los funcionarios no podían procesar su regreso a su país.
Vivió de la caridad durante aquellos cuatro meses y a finales de mayo desapareció. Nunca más se supo de él.
Un hombre con suerte
En diciembre del 2012, el jockey inglés Gary Peter Austin llegó al aeropuerto de Manila, Filipinas, y se encontró con la noticia de que su tiquete había sido cancelado por su agencia de viajes.
Sin dinero para comprar uno nuevo, Austin pasó 25 días durmiendo en las bancas del aeropuerto y alimentándose de lo que le daban pasajeros y tripulantes.
Cuando su historia se hizo pública, un generoso benefactor le compró un tiquete y Austin regresó a su país, no sin antes declararle su amor a la mujer que limpiaba los baños en la terminal.
La hindú que murió
En el 2010, Beebi Lumada quiso regresar a su país, India, después de pasar una temporada trabajando como empleada doméstica en Omán. Haciendo una escala en Qatar perdió su pasaporte y no pudo llegar a su destino, fue enviada de regreso a Omán, pero no podía entrar por la falta de su visa.
Allí pasó cinco días, comiendo lo que le proporcionaron los empleados de Qatar Airways. Sufrió tanto que se enfermó gravemente. Cuando era conducida a un hospital en ambulancia falleció de un ataque cardíaco.
El keniata con final feliz
Durante 400 días, el keniata Sanjay Shah vivió en el aeropuerto de Nairobi, Kenia, gracias a la caridad de pasajeros y empleados.
Luego de haber renunciado a su nacionalidad, Sanjay tomó un avión a Inglaterra, pero fue detenido en Londres y enviado de vuelta.
Temiendo ser encarcelado en su país, Shah se quedó en el aeropuerto de Nairobi. En julio del 2005 se le concedió la nacionalidad británica y regresó a Inglaterra.
Sigue en el drama
En el Aeropuerto Internacional de Kazajistán, Mohammed Al Bahish lleva 120 días atrapado en la zona de tránsito.
El refugiado palestino de 26 años, nacido en Irak, no puede entrar a Kazajistán porque no tiene visa, pero tampoco tiene visa para ingresar a otros países. Israel no le permite viajar a los territorios palestinos y las Naciones Unidas aceptan que como no tiene familiares vivos en Irak, podría ser muy arriesgado para él regresar a su país de origen.
Viajó a Kazajistán para formar una familia con su novia, quien se encuentra embarazada. Cuando efectuaba el trámite de registrar su intención de casarse, los documentos de viaje como refugiado de Mohammed se extraviaron y su visa para ingresar a Kazajistán y su visa para entrar en los Emiratos Ãrabes Unidos ya se habían vencido.
Posteriormente viajó a Turquía con la esperanza de renovar su visa kazaja, pero fue devuelto.
El mes pasado, las autoridades rechazaron su aplicación de asilo y aún sigue ‘preso’ en un aeropuerto.