Cualquier objeto puede ser abandonado. Incluso aquellos que tienen alas de metal y levantan vuelo. En Argentina, más de 60 aviones grandes, medianos y pequeños se añejan ahora a cielo abierto en distintas terminales aéreas por causas y factores varios, pero todos con un denominador común: el aparente olvido.
La presencia de estas máquinas en, por ejemplo, Aeroparque, Bariloche, Córdoba, Ezeiza, Salta, San Fernando o Viedma, no pasa desapercibida, pero parece no incomodar demasiado. Ahora, indagar en la historia y el presente de cada nave e intentar determinar por qué quedaron detenidas implica meterse en los laberintos fangosos de la burocracia estatal donde el recorrido además estará afectado por imponderables como «dejame ver», «cambio de gestión», «fin de año» y «proximidad del verano».
¿Quién se encarga de los aviones abandonados?
En la flamante Empresa Argentina de Navegación Aérea Sociedad del Estado afirmarán que es un tema del Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos, donde -después de más de un mes de consultas- asegurarán en cambio que es competencia de la Administración Nacional de Aviación Civil. Allí explican la normativa, pero no pueden precisar cantidad de aviones «abandonados» ni el motivo. La cuarta implicada sería la Policía de Seguridad Aeroportuaria, pero opera como fuerza de seguridad y tiene preocupaciones más volátiles que los cachos de fierros de marras. Eso sí, de querer traspasar los límites de las terminales para fotografiar alguna de las máquinas, se deberá obtener un permiso otorgado por cada uno de estos organismos.
«Pueden pedir que se saquen estas máquinas los propietarios, acreedores, síndicos o jueces que pudieren estar interviniendo; ANAC en su condición de autoridad aeronáutica, ORSNA en condición de regulador de los aeropuertos, o cualquiera que se vea afectado por la presencia de la aeronave abandonada», explicó un funcionario de ANAC…