Son innumerables las películas en las que alguien abre una puerta en un avión y la cabina sufre una gran descompresión que hace que todos aquéllos que estén cerca salgan volando por los aires como si estuviera en el centro de un tornado.
Si eres una de esas personas a las que el miedo a volar les paraliza y creen que a miles de metros de altura solo pueden ocurrir desgracias, tenemos una buena noticia para ti: en un vuelo comercial abrir las puertas sería completamente imposible ya que solo se desplazan hacia el interior de la nave.
Antes de despegar, las puertas se ajustan al marco y cuando comienza el trayecto tienen la misma función que la de un tapón que mantiene el aire dentro de un recipiente. La diferencia de presión entre el interior del avión y el exterior es tan grande, que sería necesaria una fuerza que equivaldría a levantar una tonelada con los brazos.
Únicamente durante el despegue y el aterrizaje se podría abrir una puerta, y es que ese es el único lapso de tiempo en el que la presión interior y la exterior son similares. En caso de que algo así sucediese, los pasajeros solo notarían el ruido de los motores que, eso sí, sería ensordecedor…