Cuando viajamos en avión, sobre todo en vuelos de larga duración, tendemos a recordar el "problema" de los asientos entre filas. ¿Cómo demonios puede ser que los ingenieros construyan habitáculos tan pequeños e incómodos? El problema no está en los ingenieros, la culpa es de las compañías y nuestra.
Es muy fácil adivinar hasta qué punto es la propia aerolínea la que decide cambiar la disposición de las filas. Hace unos meses explicábamos que cuando sale de fábrica, el avión está diseñado para que todos los asientos estén perfectamente alienados con las ventanillas.
¿El problema? Que la regulación oficial permite "jugar" con unas medidas y, con distancias entre asientos tan cortas, unos centÃmetros de más pueden resultar un alivio o un infierno. Las aerolíneas ganan más dinero con filas extras, aunque esto signifique algo más de incomodidad para el pasajero. Si ves asientos en un avión que no están perfectamente alineados con las ventanillas (la mayoría), sospecha, alguien los ha modificado.
Medidas oficiales entre asientos y ancho de cada uno
Como hemos dicho, depende de la compañía, pero existe una reglamentación que exige un mínimo. Hace muchos años, la media era de 86,3 centÃmetros para los vuelos cortos, pero con el tiempo, esa distancia se ha acortado hasta los 78,7 centÃmetros de media actuales (o los 80 centÃmetros para vuelos de larga duración). Para que nos hagamos una idea, esos 78,7 centÃmetros en economy son la gloria si los comparamos con los 71 centÃmetros de mínimo que ofrece alguna compañía.
En cuanto al ancho, la historia es curiosa. Hasta hace relativamente poco tiempo, el espacio para sentarnos se había definido a partir de un estudio de los años 60 que llevó a cabo el gobierno de Estados Unidos. Las aerolíneas tomaron como ejemplo las caderas de los estadounidenses, los hombres tenían un trasero de 35 centÃmetros de ancho de media, y las mujeres de 36 centÃmetros…