Un Boeing 757 de la línea aérea Icelandair, que hacía la ruta Reykjavik "“ Denver, fue golpeado por un rayo que destruyó su nariz poco después de despegar.
Sin embargo, los pilotos no se percataron del hueco que dejó el rayo y siguieron el viaje de ocho horas hacia Estados Unidos. Nadie en la aeronave se percató de esta situación hasta que llegaron a tierra.
El agujero se produjo en la sección del avión en la que se ubican los radares, pero eso no impidió que el vuelo se desarrollara con total normalidad y que el aterrizaje fuera tan plácido como cualquier otro.
Expertos en aviación sostienen que es muy usual que los rayos caigan en los aviones comerciales a una tasa de entre cinco y nueve veces por año, y afirman que las aeronaves están equipadas para aguantar estas descargas…