Sofía ha viajado cuatro veces en los últimos dos años a Perú, pero sólo conoce el Centro Comercial Polvos Azules de Lima, donde hay tiendas en las que logra pasar su tarjeta de crédito para obtener mil dólares en efectivo, a un precio ocho veces menor al que puede conseguir en Venezuela. Su hermano Miguel hace lo mismo, pero en Quito, y a su vez su mujer opta por Buenos Aires.
"Este negocio es lo que nos permite pagar el alto costo de vida en el que navega nuestro país desde hace algunos año", dice resignada Sofía, una maestra de 54 años.
Como Sofía, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo reporta que hay otros 800.000 venezolanos, un 80% más que en el 2012, que han adquirido billetes para viajar bajo la nueva modalidad definida como "turista cambiario". "Ahora los venezolanos no podemos darnos el lujo de viajar por placer, sino por negocio y en períodos que no superen los tres día" detalla Sofía.
El objetivo de este tipo de turismo es evadir el estricto control cambiario impuesto por el gobierno venezolano desde hace más de una década. La ley nacional establece que cada ciudadano tiene un cupo asignado por el Estado para comprar las divisas necesarias en caso de viajes al exterior, compra de medicinas, negocios o estudios. Ningún venezolano puede hacer uso de dólares o euros sin el visto bueno gubernamental.
"Para tener acceso a este cupo asignado por el gobierno, cada venezolano debe cumplir una larga lista de requisitos como presentar los billetes de avión, llenar unas planillas, entre otros documentos que son evaluados por la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi), que finalmente decide cuánto dinero asigna al viajero, por ejemplo", explica el economista Roberto Gutiérrez.
Bajo este sistema, cada persona podrá obtener el permiso de comprar como monto máximo de 3.000 dólares si viaja a Europa o Asia, y entre 300 y 1.500 dólares a países más cercanos como Perú, Ecuador, Colombia y México. "Independientemente si viajas por tres días, una o tres semana" agrega Gutiérrez.
Esta escasez de divisas extranjeras en el país ha creado un mercado paralelo, en el que la compra de un dólar fuera del sistema oficial puede llegar a costar ocho veces más caro del precio inicial.
Y tras el objetivo de comprar estas divisas a un precio más económico, los venezolanos han optado en convertirse en "turistas raspa tarjeta", generando un panorama donde asegura la Asociación Nacional de Agencias de Viajes en Venezuela que a estas alturas ya es imposible conseguir billetes a Lima, Quito, Miami y Buenos Aires.
"Hace tres meses pedà un presupuesto para viajar a Lima, y la agencia me habló de 600 dólares. Hoy ese mismo trayecto tiene un precio que supera los 3.000 dólares. Es la locura, es la desesperación que tenemos los venezolanos de buscarnos la vida en un país con una inflación superior al 48%" dice Lorena Alcalá, arquitecta que vive en Caracas.
Es así como Venezuela se convierte en una especie de isla con posibilidades mínimas de salida y entrada.
¿Cómo es el negocio?
El gobierno venezolano establece el precio oficial del dólar, que actualmente está a 6.000 bolívares. Eso es lo que cobra la entidad bancaria por cada dólar que gasta en el extranjero con su tarjeta de crédito.
"En principio, el Estado te aprueba sólo un monto para usar tu tarjeta de crédito en el exterior. Este monto tiene que supuestamente ser destinado para pagar hoteles, comidas, paseos, medicinas y electrodomésticos. Nunca lo da en efectivo, sino a través de las tarjetas. Esta limitación ha provocado que el efectivo sea lo más demandado en el paÃ" explica Soraya Lermo, analista venezolana.
La demanda ha colocado el precio del dólar por las nubes. Es así como un dólar que se paga al banco por 6.000 bolívares, luego se puede vender en el mercado paralelo hasta por 50.000.
El comerciante limeño Ricardo González forma parte de este "turismo cambiario". La participación en el negocio la resume de la….