La aerolínea holandesa apuesta por mejorar en productividad y en innovación para encarar el futuro, y anticipa el resurgir de América Latina, donde «somos más fuertes ahora para competir con Iberia».
Pieter Elbers (Schiedam, Holanda, 1970), presidente y consejero delegado de KLM, visita España mientras Europa respira aliviada. Mark Rutte, primer ministro holandés, acaba de vencer en las urnas al candidato antieuropeísta Geert Wilders. Elbers valora la línea continuista: «La estabilidad política es muy importante para los flujos de viajes y para el desarrollo económico».
Así, aunque sigue de cerca la evolución del contexto político mundial, el foco de KLM pasa por elevar la eficiencia para ser más competitiva. Elbers, que accedió al cargo hace dos años y medio, tiene claro cuál es el plan: «KLM es una compañía de casi 100 años de historia, pero el recorte de costes es necesario para seguir innovando». Dos son las reglas: «Crecimiento a cambio de productividad e inversión a cambio de beneficios». En 2016, la aerolínea holandesa redujo su plantilla en 450 personas y aportó el 44% del ebitda del grupo franco-holandés Air France-KLM.
Este año, su oferta de asientos crecerá entre un 3% y un 4%, la segunda mayor progresión del grupo, por detrás de la low cost Transavia. Y España tendrá un protagonismo especial. «Hemos seleccionado una serie de mercados donde pondremos mucho énfasis y España es uno de ellos», subraya el ejecutivo. Desde 2014, KLM ha crecido un 30% y ha ido adaptando su estrategia: «Antes la filosofía era que Transavia se encargaba del vacacional y KLM de la parte corporativa; ahora está más mezclado». La prioridad es recortar distancias con el bajo coste. Según Elbers, «España, más que ningún otro país, ha sido testigo de un crecimiento masivo del low cost en los últimos años; algunas compañías, como nosotros, lo vimos pero decidimos no hacer nada. Ahora, nuestra ambición es ir a más; queremos una parte de la tarta»…