La contaminación por plásticos es uno de los desafíos clave de nuestros tiempos, pues según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), cada año se producen 430 millones de toneladas métricas de plástico, de las cuales más de un tercio se descarta tras un solo uso.
Para abordar este desafío, reguladores en más de 90 países están implementando restricciones locales, regionales o nacionales sobre la fabricación, importación y distribución de Productos Plásticos de un Solo Uso (SUPP).
Sin embargo, el resultado es un mosaico de regulaciones que no es ni consistente ni integral, afirmó la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA).
El organismo internacional afirmó que esto crea complejidad y costos adicionales para las empresas globales, incluyendo la aviación, donde las aerolíneas internacionales pueden volar a hasta 120 países diferentes y encontrarse con reglas distintas en casi todos ellos.
Las regulaciones actuales no coinciden ni siquiera en la propia definición de SUPP, ni existe un marco común para identificar sustitutos y alternativas aceptables.
Además, las regulaciones por lo general no adoptan un «enfoque de ciclo de vida» que incluye las emisiones ambientales de las operaciones de vuelo y los impactos más amplios en la cadena de suministro del uso de SUPP.
De esta manera, los plásticos de un solo uso empleados a lo largo de la cadena de valor de la aviación juegan un papel importante en la experiencia de los pasajeros y en las operaciones de carga gracias a sus propiedades ligeras e higiénicas. De hecho, algunos artículos son requeridos por las regulaciones de las autoridades de aviación civil por motivos de seguridad…