Aunque no respondió preguntas formales, el Sumo PontÃfice se tomó el tiempo de escuchar a cada uno de los representantes de la prensa: bendijo el rosario de uno; recibió la ofrendas de otro (entre ellas una bandera brasileña); recibió la solicitud de uno que le pidió rezar por su familia, trazando en una ocasión la señal de la cruz sobre su frente; y terminó casi siempre por un «les pido que recen por mû, que ya se ha convertido en una frase ritual de su pontificado.
Breve discurso
Improvisando en italiano, el pontÃfice se lanzó a un alegato con pequeñas frases puntuadas de exclamaciones en un tema que le interesa sobremanera: no excluir, no aislar a los demás. Los jóvenes de hoy en día, que a menudo se enfrentan a un desempleo prolongado, no deben ser, como las personas mayores, «rechazados» o convertidos en los «desechos» de una sociedad en crisis.
Fustigó así la «cultura del ‘scarto'» que en italiano quiere decir «rechazo», «dejado a un lado», «desecho», «abandonado», como ya había hecho en varias ocasiones anteriores en los meses precedentes en el Vaticano.
El pontÃfice explicó que espera encontrar a los jóvenes de todo el mundo que «no están aislados» sino insertados e involucrados en el «tejido social», como deben estar también las personas mayores, cuya «sabiduría» debe aprovecharse.
No se puede privar a los jóvenes de su «pertenencia a una familia, a una cultura, a una fe», señaló.
El Papa también hizo referencia a asuntos poco vinculados a temas religiosos propiamente dichos.
Al final del encuentro que duró 45 minutos, el Papa dedicó unas palabras de humor, tras haber invitado a los medios a «colaborar» con él «por el bien de la sociedad, de los jóvenes, de los mayores, de todos en su conjunto».
El pontÃfice se comparó con el profeta Daniel, quien se encontró en la fosa de los leones frente a fieras apaciguadas. «Me quedo un poco triste como el profeta Daniel en la fosa de los leones, porque he visto que no habéis sido feroces», sonrió.
Foto: AP