Más que modernizaciones, las terminales aéreas buscan mejorar la experiencia de sus usuarios.
La inversión en el aeropuerto Simón Bolívar, de Santa Marta, ascendió a 109.500 millones de pesos.
Una de las facetas más notorias de la llamada revolución de la infraestructura que impulsa el Gobierno Nacional es la de los aeropuertos. El año pasado se entregaron las obras de renovación de cinco terminales y en los próximos días se hará lo propio en dos capitales: Bucaramanga y Quibdó.
Con ellas no solo llegan edificaciones más amplias y modernas, sino también grandes renovaciones urbanas, fachadas limpias y agradables a la vista, reducción en el impacto ambiental de las operaciones y mejoras en la prestación de los servicios.
Solo el mes pasado se inauguraron las remodelaciones de tres de los aeropuertos más importantes del país: Bogotá, Rionegro (que sirve a Medellín) y Santa Marta, las cuales se sumaron a la ya entregada ampliación de la terminal internacional de Cali.
Además de agrandar las terminales, construir más posiciones de contacto para los aviones y habilitar nuevos puntos de abordaje, los concesionarios se comprometieron con la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) a mejorar la experiencia de los 36 millones de usuarios anuales.
"En nuestro caso, la idea fue entregarle momentos inolvidables al usuario, por lo cual ampliamos nuestra oferta comercial con marcas reconocidas globalmente, como Guy Fieri, Carolina Herrera, Lacoste, Hudson y North Mall", explica Mauricio Ossa, presidente de Odinsa, casa matriz de Opaín, operador de El Dorado.
En esa misma línea, en la terminal nacional se abrió un "˜Dufry Duty Paid"™, que es una tienda muy similar en apariencia a las "˜duty free"™ de las terminales internacionales, pero sin la exención de impuestos que rige en estas. "Copiar este exitoso modelo les da un buen aire a quienes viajan a destinos nacionale", destaca Ossa.
Tanto los concesionarios como la ANI señalan que el objetivo detrás de estos trabajos es cambiar el paradigma de que los aeropuertos son lugares de estrés, caos y ajetreo, para convertirlos en puntos de encuentro en los que se comparte de manera agradable mientras se espera un vuelo.
Al fin y al cabo, más que una infraestructura de transporte, varios de ellos son verdaderas microciudades que atienden a miles de personas cada día. "Por el aeropuerto de Bogotá pasan a diario 100.000 personas, para lo cual contamos con una comunidad aeroportuaria de entre 25.000 y 28.000 personas que trabajan directa o indirectamente para ofrecer una mejor experiencia al usuario", comenta Ossa.
En esto han coincidido Juan Martín Caicedo, presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana de la Infraestructura (CCI) y Dimitri Zaninovich, presidente de la ANI. En exposiciones recientes, ambos han resaltado que el objetivo último de las obras en las terminales es que los usuarios tengan un buen paso por las mismas.
Más ecoamigables
Como los aeropuertos son lugares con un alto impacto ambiental, debido al uso de combustible y a los altos consumos de energía, este ha sido uno de los campos en los que más se han esmerado arquitectos e ingenieros.
En el caso de El Dorado, las luminarias tienen el menor gasto posible porque durante gran parte del día se usa la luz solar para reducir la necesidad de la artificial, gracias a los grandes ventanales. Otro caso significativo es la recién entregada terminal de Santa Marta, que cuenta con ahorradores inteligentes para el aire acondicionado…