¿Es conveniente imponer una tasa verde a las aerolíneas europeas para gravar sus emisiones contaminantes? La propuesta de Bélgica ha despertado los recelos de los gigantes del turismo en España, expectantes ante la última reunión de ministros de Medio Ambiente de la UE en Bruselas. “Nos jugamos la buena salud de una industria que trae 80 millones de turistas al año”, opina el vicepresidente de la Alianza por la Excelencia Turística (Exceltur), José Luis Zoreda.
Las patronales dan por hecho que ese hipotético impuesto repercutirá en el bolsillo de los clientes, muy sensibles al precio sobre todo tras el auge de las aerolíneas ‘low cost’. “Cualquier tasa, por pequeña que sea, tiene una gran trascendencia sobre la demanda” y puede desplazar el turismo hacia otros países que no estén obligados a asumir esa tasa, advierte Zoreda.
“Los estadounidenses se quedarán en Florida, en Canadá o en el Caribe en lugar de venir a Europa”, añade. A falta de ver cómo se estructura el impuesto, tanto Exceltur como la Asociación de Líneas Aéreas (ALA) temen que se traduzca en más ventaja competitiva para otras regiones exentas de aplicarlo, penalizando a los países europeos.
O pagan todos o no paga ninguno. Pero aplicar una tasa verde solo en la Unión Europea “puede generar una distorsión comparativa muy importante”, indica el presidente de ALA, Javier Gándara. En su lugar, el también director general de EasyJet en España aboga por desarrollar las iniciativas existentes (como el plan internacional acordado con la ONU para reducir las emisiones contaminantes, Corsia) y poner en valor los “grandes esfuerzos de innovación” de la industria aérea en biocombustible, diseño de aviones eléctricos, etc.
No obstante, el proyecto de tasa verde va para largo y puede quedar guardado en un cajón. Ya se ha colado en la reunión de ministros de Medio Ambiente de la UE en Bruselas a propuesta de Bélgica, pero deberá contar con el voto favorable de la mayoría de países miembros (55%) en caso de que se inste a la Comisión Europea a iniciar un proceso legislativo. La falta de tiempo tampoco ayuda, pues la legislatura está a punto de agotarse.
Bélgica pide esfuerzos adicionales para hacer frente al crecimiento de las emisiones, y señala a la aviación como responsable del 3,6% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la Unión Europea en 2016. “La propuesta parte de un Estado miembro que depende mucho menos de la aviación que otros como España por su ubicación y dimensiones (…) Hay que alcanzar un equilibrio entre los intereses medioambientales y los derechos a la movilidad de las personas”, zanja Gándara.
Lo mismo opina IATA, contraria a que limitar las emisiones entre en colisión con satisfacer la demanda de crecimiento aéreo. “El impuesto verde es una medida cortoplacista de cara a la galería, y tampoco existen garantías sobre su eficacia. Genera una situación de competencia desleal y encarece unos billetes que, en algunos casos, están compuestos por tasas en un 70%», sostienen fuentes de esta asociación internacional de transporte aéreo…