El fatídico accidente del vuelo 9525 de Germanwings abrió un debate sobre los aviones autónomos que aún no ha llegado a una conclusión clara.
A raÃz de la acción suicida del copiloto Andreas Lubitz el pasado 24 de marzo, muchos pensaron que, quizás, para aumentar la seguridad en los vuelos se debería sustituir al personal de la cabina por máquinas capaces de gobernar el avión por sí solas. No se trata de un debate estrictamente novedoso, pero la tragedia de Germanwings ha vuelto a ponerlo en boca de todos.
La irrupción de esta tecnología haría que la autoridad competente fuera capaz de manejar los aviones mediante un control remoto desde tierra para evitar, en la medida de lo posible, cualquier incidente. Tampoco se descarta que estos novedosos ‘pilotos 2.0’ puedan dirigir la nave sin ninguna ayuda humana, como ya hacen algunos coches autónomos como el que desarrolla Google.
Aún faltan décadas
La cuestión es que esta propuesta que puede parecer a priori la panacea, no sería técnicamente viable de momento, porque incluso los aviones más modernos tendrían que sufrir un rediseño completo para albergar la maquinaria necesaria, lo que supondría un enorme desembolso para fabricantes y aerolíneas.
La opinión general de la industria es que, siendo muy optimistas, en 10 o 15 años los primeros vuelos no tripulados podrán surcar los cielos. Es cierto que ya hay aeronaves autónomas, como algunas que utiliza el Ejército de EEUU, pero estos ingenios no se encargan de transportar pasajeros y, por tanto, no pueden ponerlos en peligro.
Por otra parte, la llegada en la próxima década de este sistema de control remoto no evitaría que alguien con malas intenciones pudiera tomar el control del avión desde tierra, ya sea hackeando el sistema o haciéndose manualmente con los mandos (por la fuerza o mediante algún plan estratégico).
Además, es difícil saber si los viajeros se animarán a volar sin piloto. «Los pasajeros se sienten más tranquilos si es una persona como ellos la que maneja el avión porque saben que, al compartir su destino, hará todo lo posible para que todo salga bien», opina Mary Cummings, piloto profesional y profesora experta en vuelos autónomos de la Universidad de Duke . El caso de Lubitz es, a su juicio, una excepción.
La presencia del piloto es clave
Uno de los mayores fabricantes de aeronaves, Airbus, subscribe esta teoría sobre la contribución de los pilotos a la seguridad de los vuelos. El CEO de la compañía, Fabrice Bregier, mantiene que aunque sería posible proveer a los aviones de la tecnología necesaria, eso sí a largo plazo, «siempre se podrán encontrar ejemplos de cómo pilotos y copilotos han representado un papel fundamental para evitar desastres aéreos».
Eso sí, Bregier reconoce que gracias a los avances tecnológicos los accidentes aéreos se han reducido a la mitad y que se seguirá trabajando en este campo para recortar aún más la cifra.
La que sí es una propuesta «con sentido común», según su criterio, es la de mantener en todo momento a dos personas en la cabina. Además, ha señalado que una parte fundamental, al margen de las novedades que se vayan incluyendo en los aviones, es el entrenamiento de los pilotos…