El avión desapareció de los radares el 8 de marzo del 2014, con 239 personas a bordo, una hora después de haber despegado de Kuala Lumpur rumbo a Pekín.
«Tienes que creer que encontraremos algo», dice Brady Hernández, con una disposición que conmueve.
Y pareciera ser esa la conclusión de un año de búsqueda y millones de dólares invertidos en resolver el mayor misterio en la historia de la aviación: dónde está el vuelo MH370 de Malaysia Airlines.
El avión desapareció de los radares el 8 de marzo del 2014, con 239 personas a bordo, una hora después de haber despegado de Kuala Lumpur rumbo a Pekín.
Hernández es el líder del equipo de búsqueda submarina en el Fugro Supporter, uno de los barcos comisionados para localizar el avión, que acaba de terminar un ciclo de siete semanas en alta mar.
UN OBJETIVO PEQUEÑO EN UN ÃREA GIGANTE
La zona de búsqueda es tan remota como cabe imaginar: 1.800 kilómetros al oeste de la costa de Australia, tan lejos que le toma a un barco a toda velocidad seis días para llegar a ese punto.
Por ello, el Fugro Supporter almacena combustible suficiente para navegar por la zona durante siete semanas antes de tener que regresar a puerto.
Durante la última ronda de búsqueda, la tripulación de 40 hombres enfrentó severas condiciones.
«Las olas eran muy grandes y el viento feroz», cuenta Mike Dixon, un antiguo marinero de la Real Marina de Gran Bretaña, quien hizo referencia a que en esa oportunidad tuvieron que huir de dos ciclones con olas de 15 metros de altura.
Además del clima hostil, el equipo enfrenta una tarea de una dimensión casi inimaginable.
El área prioritaria de búsqueda, donde la data de los satélites sugiere que pudo caer el avión, alcanza unos 60.000 metros cuadrados.
Sin embargo, cuando los equipos de rastreo descienden al fondo del mar, que en esa zona se encuentra a una profundidad de 5 kilómetros, solo pueden recorrer esa área a un ritmo de lenta caminata.
Es como recorrer a pie un área tan grande como 40 veces el tamaño de Londres.
«Buscamos algo muy pequeño en un área muy grande», explica Dixon. «Aunque el avión luce muy grande cuando lo ves sobre tierra, en nuestro caso se ve muy pequeño al ubicarlo en el área que estamos trabajando».
Cabe recordar que si la data recogida por los satélites está solo un poco equivocada, los barcos pueden estar buscando en el área equivocada por un margen extremadamente grande.
OPTIMISTAS HASTA AHORA
De toda la zona prioritaria se ha cubierto el 40% y no han encontrado nada, pero para el equipo y los directores no hay motivos para ser pesimistas.
«Concluyeron que esta es la mejor zona para buscar y por eso estamos aquû, expresa Hernández.
Sin embargo, Dixon dijo que al principio él tenía dudas.
«Cuando comenzamos me sentía inseguro. Pero me fueron suministrando toda la información sobre el seguimiento que le hicieron al avión hasta que desapareció. Con esa información en la mano estoy seguro que estamos en la zona correcta».
TECNOLOGÃA DE AVANZADA
Los barcos de búsqueda utilizan dos herramientas clave desarrolladas con tecnología de punta.
A la primera le llaman el «remolcador de peces», y es un dispositivo atado a un cable de 10 kilómetros de largo, el cual desciende hasta estar cerca de la superficie.
Actúa como un sonar que ayuda a elaborar un mapa del suelo marino.
El área de búsqueda en el fondo del mar está dividida en cuadrÃculas, que recorren con el remolcador de peces de arriba abajo, como si estuvieran cortando la grama en un jardín.
Si el dispositivo detecta algo, envía un submarino no tripulado para investigar ese sitio.
Hasta el momento han reportado diversos naufragios, pero nada más.
El submarino es uno de los equipos más modernos en el mundo, tiene un costo de US$10 millones.
Está equipado con cámaras en blanco y negro, así como con un sonar y sensores que detectan combustible, petróleo y otros quÃmicos en el agua…
Imagen: AP