La dosificación en el tráfico del aeropuerto de Ezeiza era ayer una opción real que se decidirá esta semana. El ingreso irrestricto conspira contra el control que se quiere lograr con la cuarentena. Anoche Alberto Fernández lo dijo claramente: “Después del 13 de marzo cuando alerte de la pandemia se fueron más de 20 mil argentinos al exterior. Ahí uno entra en un dilema: ¿si te avise que había un problema por que te fuiste?”.
El Gobierno se endurece en esto, pero ese no es el único problema que se presenta para quienes aún intentan volver desde el exterior. La cuestión más grave que se desató el fin de semana no se relaciona con la voluntad del Gobierno argentino de asistir a los nacionales que están en el exterior, sino con la imposibilidad de hacerlo a medida que avanza el cierre de fronteras en el mundo.
Hubo ejemplos de todo tipo en las últimas 48 horas: desde argentinos que están en Miami y no entraron aún en los vuelos de repatriación que organizó Aerolíneas Argentinas (con personal de a bordo voluntario y exponiéndose a un peligro de contagio más que cierto) hasta otros que esperan en destinos de Europa y Latinoamérica, pero sin posibilidad de llegar hasta algún aeropuerto donde subirse a una conexión aérea con el pais. Quienes intentan volver en vuelos con escalas se encuentran en muchos casos con que el viaje se frena en esas conexiones.
El fin de semana se dispararon alertas finales en Cancillería. Para el Gobierno, hoy es una fecha clave. Por afuera de los informes oficiales se les recomendó a todos los argentinos que pedían consejo desde el exterior que intentaran como fuera subirse a un avión hoy para emprender el regreso. Esa fecha, el informe de la ANAC con los vuelos autorizados y el reporte de los cierres de fronteras en el mundo eran el manual que usó la Cancillería para dar las últimas advertencias a quienes intentan volver. Lamentablemente, miles no van a poder hacerlo. En el medio el Ministerio de Salud presiona con frenar cuanto antes las repatriaciones masivas por el peligro de contagio.
La recomendación tiene un fundamento serio: nadie puede garantizar que en los próximos días no continúe ese cierre de fronteras y aeropuertos hasta el bloqueo total que dispongan los países.
Un mensaje que circuló dentro de la Cancillería da la prueba de esto y párrafo especialmente lo dice todo: “Al día de la fecha, y ante la posibilidad de que miles de argentinos permanezcan en el exterior por un tiempo prolongado, se deberán prever modalidades de trabajo sustentables en el tiempo. Para ello, se requerirá reducir al máximo los desplazamientos y evitar la presencia física en Consulados y Embajadas salvo en situaciones de extrema necesidad. En tal sentido, el trabajo a distancia deberá priorizar la atención a los ciudadanos por teléfono o correo electrónico, con guardias permanentes desde los domicilios particulares”.
Otro tramo informa con dramatismo lo que la diplomacia cree que se viene: “La realidad es que todas las vías de regreso se han ido cerrando sucesivamente y estamos frente a un potencial cierre de las fronteras en todo el mundo. En estas circunstancias, la Cancillería debe priorizar la atención de los compatriotas, principalmente aquellos en situación de vulnerabilidad, pero al mismo tiempo asegurar la integridad de todo el personal de las sedes”…