Durante los pasados tres meses, parte del millón de pasajeros que utiliza anualmente el Aeropuerto Internacional Francisco Gabrielli debió buscar métodos alternativos para entrar y salir de la provincia, o lo que es peor, cancelar los viajes.
Ahora, a una semana de la reapertura tras la finalización de los trabajos en la pista, terminal y estacionamientos del lugar, trabajadores y empresarios de sectores afectados por el cierre del aeropuerto realizaron un balance del impacto en sus actividades.
El presidente de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica y Afines de Mendoza (Aehga), Edmundo Day, explicó que a pesar de las dificultades -una caída en la ocupación turística de entre el 10 y el 15%-, la situación fue mejor de la esperada.
Entre los problemas que destacó el empresario, figura el poco tiempo que se tuvo para hacer frente al anuncio del cierre del aeropuerto. «Es un gran noticia tener uno nuevo, pero nosotros quedamos en medio. Fue bastante sufrido», aseguró.
Entre el «panorama positivo» que mencionó Day, figura la ayuda que otorgó el Gobierno para los rubros afectas por las reparaciones y la espera de más turistas para enero: aunque el aeropuerto funcione nuevamente el 7, desde Aehga esperan que la situación se regularice casi un mes después.
Esto se debe, principalmente, al tiempo que demoran los vuelos en operar, ya que sólo Aerolíneas Argentinas estarán funcionando el primer día. En febrero, la empresa Latam pondrá en funcionamiento los viajes directos desde Lima, sumando otro punto a favor, según Day.
«Tuvimos que pasar una dura tormenta, sin rentabilidad, pero estamos listos para trabajar. Este fue el quinto año sin crecer y sumado a la inflación, los costos fueron enormes y manejar las ventas fue una lucha», expresó.
Durante estos últimos tres meses, el turismo en Mendoza provino principalmente del ámbito nacional, con provincias como Córdoba y Tucumán mostrando un aumento notable. En este punto, Day explicó que varios argentinos pararon una o dos noches en la provincia para ir a comprar a Chile.
Sin embargo, quienes no ven un panorama esperanzador son los choferes de remis que se desempeñaban en el aeropuerto. Según explicó Martín Sisteró, quien fue uno de los voceros de los choferes durante las protestas previas al cierre, la situación económica del grupo es grave.
«De los casi 100 que éramos, trabajamos muy poco, casi nada, los 10 que pudimos trabajar en la Terminal», indicó. Otros choferes decidieron pasarse a taxis, dedicarse al transporte «trucho» o incluso vender sus vehÃculos…