La aviación y todo lo que la rodea siempre, desde sus inicios, ha sido ligada a los hombres. El primer vuelo, la primera nave fabricada o el primer piloto, siempre fue efectuado por un hombre. Reconocidos son los pioneros Jorge Chávez, Jorge Newbery o Alberto Santos Dumont. Pero también el género femenino ha sido participe del desarrollo de la aeronáutica mundial destacando por ejemplo, Amalia Villa de la Tapia, aviadora boliviana, Bertha Zerón Nava, pionera mexicana, o Ana Luisa Branger, considerada la primera mujer que se atrevió a ponerse al frente de los controles de un avión en Venezuela.
Recordando a todas aquellas grandes mujeres/pioneras de nuestra historia aérea, y tras conmemorar en mayo pasado el aniversario número 81 del vuelo realizado por la piloto norteamericana Amelia Earhart, quien voló en solitario desde Harbour Grace en Newfoundland, Canadá, hasta Derry, Irlanda, convirtiéndose en la primera mujer en realizar un vuelo trasatlántico, el Gran Portal de la Aviación Latinoamericana quisiera recordar su apasionante historia.
Amelia Earhart
Se hizo célebre por ser la primera mujer en realizar la travesía del Atlántico en solitario y la primera persona en volar con éxito entre la isla de Hawaii y el territorio continental de Estados Unidos. Cursó estudios superiores en la Universidad de Columbia (Nueva York) y completó su formación en los cursos de verano de la Universidad de Harvard. Durante la I Guerra Mundial sirvió como enfermera en un hospital de campaña canadiense. Posteriormente trabajó como asistente social en Boston (Massachussetts).
Entre el 17 y 18 de junio de 1928, se convirtió en la primera mujer en realizar como pasajera la travesía del Atlántico, en un avión comandado por los pilotos Stultz y Gordon que recorrió los 3.200 kilómetros que distan entre Terranova y Gales. Ese mismo año efectuó varios vuelos en solitario a través de Estados Unidos.
Entre el 20 y el 21 de mayo de 1932 hizo en solitario la travesía del Atlántico. Fue la primera mujer en completar sin acompañantes este peligroso viaje, hazaña que no había vuelto a producirse desde el histórico vuelo de Charles A. Lindbergh en 1927. Earhart estableció entonces una nueva marca de velocidad, al alcanzar Irlanda en apenas trece horas y cincuenta minutos. Fue galardonada por el Congreso de Estados Unidos con la Cruz Distinguida de Vuelo, la primera otorgada a una mujer.
En los meses siguientes realizó diversos vuelos de costa a costa de Estados Unidos, como el que la llevó de Los Ãngeles (California) a Newark (Nueva Jersey). Su celebridad le permitió promover el uso comercial de la aviación y defender, desde una postura feminista, la incorporación de las mujeres a este nuevo campo profesional.
En enero de 1935 llevó a cabo en solitario la travesía entre Honolulú (Hawaii) y Oakland (California), recorriendo una distancia superior a la existente entre Estados Unidos y Europa. Fue el primer piloto en completar con éxito este difícil viaje sobre aguas del Pacífico, ya que los anteriores intentos habían concluido en desastre. A fines de ese mismo año estableció un nuevo récord de velocidad, volando sin escalas entre Ciudad de México y Nueva York en algo más de catorce horas.
En 1937 anunció que intentaría dar la vuelta al mundo utilizando una ruta distinta a la habitual en estas travesías. De hecho, los viajes en avión alrededor del mundo se habían desarrollado, hasta entonces, en cortas etapas a través de los cielos del hemisferio norte. Earhart intentaría, junto a su copiloto y navegante, el capitán estadounidense Frederick J. Noonan, circunvolar el globo siguiendo la línea del ecuador, en un bimotor Lockheed Electra. Viaje que inició el 1 de junio de 1937, volando desde Miami (Florida) hasta Sudamérica, y luego hasta Ãfrica y el Oriente.
Tras haber completado 33.000 kilómetros en treinta días, más de los dos tercios de la travesía, su avión desapareció en medio de un temporal el 2 de julio, cuando realizaban la penúltima etapa del viaje que habría de llevarles desde Lae (Nueva Guinea) a la isla Howland. La desaparición de Amelia Earhart y de su copiloto fue motivo de numerosas y a menudo fantásticas especulaciones, pero hasta hoy se desconocen las circunstancias del accidente y el lugar exacto donde éste se produjo, aunque se calcula que pudo ocurrir en un punto a 4113 kilómetros de la isla Howland.