El 22 de febrero de 1990, cuando el gobierno de Virgilio Barco expiraba, se tomó la decisión política de estimular la apertura económica. El sector aéreo no escapó a los nuevos vientos de apertura, que impulsaron las tarifas por rangos, desmonte del monopolio en rutas y cielos abiertos, con la llegada de aerolíneas internacionales que empezaron a hacer más presencia en el país.
En agosto de 1992, American Airlines empezó a operar en el país con la ruta Bogotá-Miami, Miami-Bogotá. En diciembre de 1991 comenzaron a operar las venezolanas Avensa y Servivensa y en abril de 1993 empezó una gigantesca guerra de tarifas: "compre dos pasajes a Miami por el precio de uno", rezaban las promociones.
Para marzo de 1992, las directivas de Avianca "“en ese momento propiedad del Grupo Santo Domingo"“ reconocían el golpe que les propinaba la apertura y ante el Gobierno de turno se quejaban por lo que consideraban competencia desleal. Su competidora Aces, de propiedad de la Federación Nacional de Cafeteros, por el contrario, creía que se le había abierto el mundo con la posibilidad de volar a Miami.
Al concluir el año 2000, Aces tenía 28,8% de participación en el mercado doméstico. Pero los problemas para el sector se sintieron cuando las autoridades aeronáuticas de Estados Unidos descertificaron a las aerolíneas colombianas y les restringieron la posibilidad de autorizarles nuevas rutas por falta de seguridad en tierra y aire, escasas radioayudas y deficiencias en la formación del recurso humano para operar.
Tras varios intentos fallidos de las aerolíneas nacionales por sellar alianzas con sus pares del exterior y las millonarias pérdidas registradas por Avianca, y luego de una conversación de coctel entre representantes de los grupos mayoritarios de accionistas de las aerolíneas Aces y Avianca, el 19 de enero de 2001 firmaron un memorando de entendimiento con estrictas cláusulas de confidencialidad y empezaron a gestar una alianza que se conoció el 22 de enero…