Boeing tiene que reducir el coste de fabricación del B787 Dreamliner y cumplir con los ambiciosos planes de entregas de los siguientes seis modelos de aviones comerciales que contempla producir en los próximos seis años, según informa el diario neoyorquino The Wall Street Journal.
El coste de producir el Dreamliner, cuyo lanzamiento fue retrasado por tres años y medio por problemas de diseño y fabricación, es un tema espinoso para Boeing. Los aviones que ha entregado le han costado mucho más de lo que ha cobrado por ellos.
Joseph Nadol, analista de J.P. Morgan Chase, estima que durante el tercer trimestre del pasado año los costes por unidad de cada 787 entregado superaron en 45 millones de dólares los 115 millones de dólares que cobra Boeing, lo que supone un descenso respecto a los 73 millones de dólares de más que costaron en el primer trimestre. Subraya además que el gran reto para Boeing es revertir las pérdidas por avión.
Boeing ha emprendido una ofensiva para reducir los costes del modelo al reorganizar sus plantas en busca de mayor eficiencia y renegociar los contratos con sus proveedores y sindicatos. La empresa espera que los costes diferidos de producción (la diferencia entre lo que cuesta construir un Dreamliner y los costes estimados promedio del programa) llegarán a 25.000 millones de dólares antes de que deje de arrojar pérdidas, lo que ocurriría para 2015. Boeing prevé aumentar la producción mensual de 10 Dreamliners a 12 en 2016 y a 14 a fines de la década. La empresa espera así cerrar más rápidamente la brecha de los 25.000 millones de dólares.
Boeing demostró en 2013 que los problemas de sobrecalentamiento de las baterías en algunos de sus aviones B787 no tienen que perjudicar necesariamente las ventas. A pesar de una serie de incidentes problemáticos, como la prohibición temporal de vuelos de su modelo insignia, el Dreamliner ligada a varios episodios relacionados con las baterías, el negocio de aviones comerciales de Boeing tuvo uno de los mejores años de su historia. Se prevé que 2014 sea otro año estelar. Pero para crecer a largo plazo, el constructor aeronáutico norteamericano tiene que reducir los costes de fabricación del Dreamliner.
Boeing registró el año pasado su cuarto incremento consecutivo en nuevos pedidos de aviones. También batió su marca previa de entregas de aviones y se dispone a superar a su competidor Airbus Group por segundo año consecutivo. Las ventas de los B787 superaron las 1.000 unidades en 2013 con la ayuda del lanzamiento en junio del modelo 787-10.
Los beneficios operativos de la división de aviones comerciales de Boeing crecieron un 24% hasta 4.300 millones de dólares en los primeros nueve meses de 2013 y es probable que la cifra para todo el año supere el máximo de los 4.700 millones alcanzados en 2012. Las acciones de Boeing, mientras tanto, rondan los mejores niveles de su historia y subieron más de 80% el año pasado.
El sólido comportamiento financiero se produjo a pesar de que los B787 permanecieron tres meses y medio en tierra, hubo un incendio no relacionado a bordo de uno de sus nuevos aviones y otros asuntos que han puesto en duda la fiabilidad de la compañía y han frustrado a sus clientes. Los buenos resultados reflejan la voraz demanda del sector por aviones que ahorren combustible.
«Al final de cuentas, las aerolíneas priorizan la economía y el ahorro del B787 parece bastante bueno», señala Richard Aboulafia, analista de la consultora Teal Group.
En realidad, la metodología contable de Boeing le permite registrar beneficios futuros al repartir los costes y los ingresos de…