Boeing y ELF Carbon Fibre han anunciado hoy una colaboración para reciclar los restos de materiales compuestos aeroespaciales, que otras compañías utilizarán para fabricar productos como accesorios electrónicos o piezas para vehículos.
El contrato, el primero de este tipo en el sector aeroespacial, cubre la fibra de carbono sobrante procedente de 11 fábricas de aviones Boeing y reducirá la generación de residuos sólidos en más de 450.000 kilogramos al año.
El material reforzado de fibra de carbono es extremadamente fuerte y ligero, lo que lo hace atractivo para diferentes usos, como la fabricación del supereficiente 787 Dreamliner y el nuevo avión 777X.
Como el mayor usuario de materiales compuestos aeroespaciales en sus programas comerciales y de defensa, Boeing lleva años buscando la creación de un sector de reutilización de la fibra de carbono que fuera viable económicamente. La compañía mejoró sus métodos de producción para minimizar la materia sobrante y desarrolló un sistema para recoger el material desechado.
Pero las barreras técnicas se interpusieron en su camino de reutilización del material que ya se había «tratado» o preparado para su uso en el proceso de fabricación de un avión. La compañía ELG, con sede en Reino Unido, desarrolló un método patentado para reciclar materiales compuestos «tratados» de forma que no hubiera que desecharlos.
«Reciclar fibra de carbono tratada no era posible hace unos años», comentó Tia Benson Tolle, directora de Boeing Materials & Fabrication para Estrategia de Producto y Desarrollo Futuro de Aviones. «Nos entusiasma colaborar con ELG y aprovechar estos métodos de reciclaje innovadores para avanzar hacia una visión en la que no se envíen restos de materiales compuestos a los vertederos».
Para demostrar que el método de reciclaje se puede aplicar a gran escala, Boeing y ELG realizaron un proyecto piloto en el que reciclaron el material sobrante del centro de fabricación de alas con materiales compuestos de Boeing en Everett (Washington) donde se fabrican las inmensas alas del avión 777X.
ELG trató los materiales sobrantes en un horno que evapora la resina que une las capas de fibra de carbono, dejando un material limpio. En el transcurso de 18 meses, las compañías han ahorrado más de 680.000 kilogramos de fibra de carbono, que se limpió y vendió a compañías del sector de la electrónica o del transporte terrestre.
«La seguridad del suministro es tremendamente importante a la hora de considerar el uso de estos materiales en proyectos a largo plazo de automoción y electrónica», dijo Frazer Barnes, consejero delegado de ELG Carbon Fibre. «Este contrato nos permite ofrecer esa garantía, lo que da a nuestros clientes la confianza para utilizar materiales reciclados».
Basándose en el éxito del proyecto piloto, Boeing considera que el nuevo contrato ahorrará la mayor parte de los restos de materiales compuestos de sus 11 fábricas, lo que ayudará a alcanzar el objetivo de la compañía de reducir los residuos sólidos que van a parar a los vertederos en un 20 por ciento para 2025.
«Esta colaboración lleva el compromiso de Boeing de proteger el medio ambiente a otro nivel». Con el tiempo, el reciclaje de materiales compuestos se convertirá en algo tan común como reciclar aluminio o titanio», añadió Kevin Bartelson, responsable de las operaciones del ala del 777.
Boeing y ELG están valorando la expansión del contrato para incluir los restos de materiales de tres fábricas más de Boeing en Canadá, China y Malasia.
Como resultado de la colaboración, ELG estima que su plantilla casi se triplicará desde 39 empleados en 2016 hasta unos 112 previstos para finales de 2019 a medida que el mercado del reciclaje se amplíe.