Mientras Elon Musk trabaja para innovar más allá de lo que podamos imaginar en el terreno de los coches eléctricos y Hyperloop quiere desterrar a los lentos y costosos trenes de nuestras vidas, algo se está empezando a gestar en el ámbito del transporte aéreo.
Blake Scholl ha fundado su propia empresa para construir los aviones del futuro, pero de un futuro próximo según él. Quiere acabar con el tema del yet lag y que puedas estar en casa lo antes posible si tienes que desplazarte a largas distancias. Con un nombre tan complejo como arriesgado, teniendo en cuenta que se trata de una compañía aérea, Blake ha lanzado Boom a la palestra de las startups innovadoras del transporte.
Aún en fase prototipo, afirman que ya tienen contacto con seis empresas dispuestas a comprar sus aeronaves. Sus aviones, por encima de la tecnología usada en el Concorde, alcanzan los 2.335 kilómetros por hora o, lo que es lo mismo, 2,2 veces la velocidad del sonido. ¿Por qué esta velocidad y no más? Él mismo lo aclara: «de momento, y dada la tecnología disponible, esta es la mayor velocidad permitida y aceptada por la FAA (Autoridad Federal de Aviación)». Además de que a esa velocidad se puede tener un buen rendimiento y mantenerse dentro de las restricciones de ruido establecidas por los aeropuertos». Además, están hechos de fibra de carbono, mucho más ligero que el tradicional aluminio usado en los aviones lo que reduce considerablemente el consumo de combustible, una de las mayores pegas de su antecesor, y aumenta la velocidad…
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