Entre hoy y fines de mes, el aeropuerto Arturo Merino BenÃtez alcanzará un récord: 20 millones de pasajeros movilizados en el año.
La cifra da cuenta del momento pujante que vive el mercado aerocomercial en el país, con la irrupción de las aerolíneas de bajo costo (Sky, JetSmart) que han reducido el precio promedio de los pasajes aéreos en 33%.
También es efecto de la llegada de nuevos operadores, como British Airways y Alitalia, atraídos por la demanda surgidas con el crecimiento económico de los últimos años.
«El modelo de concesión que tenemos en el aeropuerto incentiva a buscar más aerolíneas operando y, con ello, aumentar la cantidad de pasajeros que llegan a nuestro país», afirma el ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga.
La concesionaria Nuevo Pudahuel está reportando 1,8 millones de pasajeros mensuales, 500 mil más de los que se registraba en 2014. A ese ritmo se espera que el terminal aéreo cierre el año con 21 millones de viajeros.
«Es un crecimiento que tiene también consecuencias, porque es un desafío recibir todo el tráfico en la infraestructura actual, que tiene una menor capacidad de diseño», afirma Nicolás Claude, gerente general de Nuevo Pudahuel.
La cifra se acerca de a poco a los 30 millones de pasajeros anuales para los que estará diseñado el nuevo aeropuerto internacional de Santiago, que ya completa un 11,77% de avance y tiene como plazo de entrega noviembre de 2020.
Se activará el «gatillo» de inversión
Así, desde el mercado aeronáutico estiman que en tres años Santiago estaría muy cerca de los 30 millones de pasajeros anuales; por lo cual, en el corto plazo debería activarse el «gatillo de inversión» contemplado en el contrato de concesión. Este sistema establece que se deben concretar nuevas obras cuando haya más de 2.200 pasajeros internacionales o 3.200 de rutas domésticas por hora, en horario de alta demanda (punta).
Según las proyecciones conceptuales, ese gatillo, para que el aeropuerto pase de una capacidad de 30 a 45 millones de usuarios al año, implica construir dos nuevos espigones, para lo cual será necesario expropiar terrenos de la zona de carga, que están en diversas manos privadas.
Por esta complejidad, Claude señala que «es importante trabajar con anticipación con el Ministerio de Obras Públicas para que cuando lleguemos al gatillador sepamos lo que hay que hacer (…). El desafío es enfrentar desde el inicio la liberación del sitio de la construcción, porque hay otros actores». Añade que el contrato no define cómo se implementa el crecimiento, por lo cual es necesario reservar terrenos desde ya para no demorar la construcción de la obra…