Hoy día denegar un embarque representa un costo tanto para la aerolínea como para el viajero. La gran diferencia está en cómo internalizan las partes este evento.
EL PROYECTO aprobado por la Cámara de Diputados que busca indemnizar hasta en 20 UF a los pasajeros que se les deniega el embarque producto de la sobreventa de pasajes es un paso fundamental hacia el perfeccionamiento de esta industria.
La sobreventa de pasajes por parte de las líneas aéreas, también conocida como overbooking, es una práctica común en Chile y el mundo. La razón se debe a lo que se conoce como no show, es decir, pasajeros que habiendo adquirido el pasaje no se presentan a embarcar. Esta sobreventa "legal" de pasajes proviene de mediados del siglo pasado (Talluri y Van Ryzin, 2004), cuando la industria comercial de aerolíneas era incipiente, con elevados costos y una disponibilidad baja de intercambio de información entre quien vende y quien compra, situación radicalmente distinta a lo que se observa en la industria actual, con múltiples servicios de bajo costo e información instantánea.
Ya en 1961, la CAB (Civil Aeronautics Board) informó que uno de cada 10 pasajeros con reserva confirmada no se presentaba al embarque, generando problemas económicos para las empresas. Por esa razón la CAB estableció una multa del 50% del valor del pasaje a las personas que, habiendo confirmado, no se presentaban. También se estableció una indemnización monetaria equivalente al 50% del valor del pasaje a los pasajeros a los cuales, habiendo confirmado, se les denegaba el embarque producto de la sobreventa. La multa a los pasajeros que no se presentaban a embarcar se abandonó en 1963, debido a que se consideraban sanciones injustas en algunas situaciones como enfermedad.
Un caso de jurisprudencia interesante fue el del abogado Ralph Nader, a quien en 1972 le fue denegado el embarque en un vuelo que tenía confirmado. Este abogado demandó a la compañía y ganó el caso, obteniendo US$ 25 mil por daños y perjuicios. El juicio finalizó a favor de Ralph Nader debido a que en ningún momento la compañía había informado al pasajero de la práctica deliberada de la sobreventa. El caso fue apelado de múltiples formas por la empresa, pero la resolución se mantuvo.
Hoy día denegar un embarque representa un costo tanto para la aerolínea como para el viajero. La gran diferencia está en cómo internalizan las partes este evento. Para la aerolínea esta situación forma parte simplemente de su estructura de costos y modelo de negocio. Para el pasajero, la denegación de embarque puede conllevar no sólo importantes costos económicos que están lejos de ser cubiertos por las actuales indemnizaciones, sino que, además, puede representar un atentado contra su dignidad y sus proyectos profesionales y familiares. Todo esto exacerbado por la evidente impotencia y frustración que genera la asimetría de fuerzas con la aerolínea. A esto hay que sumar la inexistencia de información para el viajero por parte de las aerolíneas en lo que respecta al porcentaje de pasajes sobrevendidos y a la probabilidad de denegar el embarque, información que debiera ser exigida a las compañías…