La llegada de las low cost, y sobre todo de la aerolínea asequible por antonomasia Ryanair, ha revolucionado el panorama de las compañías aéreas tal y como se concebía hace poco más de una década. ¿Pero cómo logran ofrecer billetes cuyos precios muchas veces son inferiores a los de algunos trayectos en autobús?
No es que Michael O’Leary, el CEO de la compañía, esté hecho de una pasta especial que le haya permitido rebajar hasta límites insospechados sus tarifas, sino que, simplemente, ha aplicado una gestión inteligente a su negocio.
Pero la irlandesa no es la única que ha encontrado la fórmula ‘secreta’ de los vuelos baratos. En realidad tanto las low como las hight cost han realizado en mayor o menor medida ciertos ‘recortes’ que les han permitido bajar sus precios. Eso sí, sus trucos poco o nada tienen que ver con los de un experto prestidigitador, sino que se basan en los cálculos matemáticos y en la lógica.
Aligerar la carga
Un recurso básico y efectivo. Las compañías aéreas ahorran miles de euros en combustible por cada kilo de carga que reducen al año y también son menores las tasas que tienen que pagar en los aeropuertos cuando llevan menos kilos encima..
Este ‘adelgazamiento’ es posible gracias a flotas de aviones más pequeños y ligeros y a la disminución del peso de los equipajes y/o de los útiles de a bordo. La española Iberia, por ejemplo, se planteó acabar con la carga innecesaria sustituyendo los asientos por otros un 35% más ligeros o cambiando el material con el que fabricaban, entre otros útiles, los carritos de comida, lo que les permitiría ahorrar 35.000 euros al año en combustible por aparato…