Para quienes vivimos en países del hemisferio Sur, como la Argentina, los vuelos internacionales nos suelen resultar más caros y más prolongados (implican un doble esfuerzo, económico y físico). La cantidad de horas a miles de metros del suelo y sentados en un asiento algo estrecho nos someten a factores que pueden afectar nuestra salud, y los pasajeros que tienen enfermedades preexistentes al viaje cuentan con más riesgos y es conveniente que hablen con su médico de cabecera antes de volar.
A continuación, algunas precauciones para adoptar antes y durante el vuelo:
Despegue y aterrizaje. A medida que el avión gana en altura tras el despegue se produce una reducción de la presión de aire en la cabina, del mismo modo que cuando va perdiendo altitud antes de aterrizar, el aumenta la presión. Estos cambios pueden tener consecuencias en los lugares donde hay aire retenido en el cuerpo y los pasajeros experimentan una sensación de "taponamiento" en los oídos y dolor. Si el vuelo es prolongado y tiene escalas los síntomas se agudizan. Por ello, si alguien tiene infecciones de oído o nariz, sinusitis, cirugías (por ejemplo, la abdominal) o tratamientos médicos (como desprendimiento de retina) debe consultar a un médico antes de volar. Recomendaciones: Tragar, masticar o bostezar para "destaponar" los oídos, y si persiste la molestia, realizar con fuerza una corta respiración manteniendo la nariz y la boca cerradas. En el caso de los bebés, darles de comer o ponerles un chupete para estimular la acción de tragar…