Por qué los grandes aeropuertos necesitan una buena conexión en tren desde el centro.
Hace dos sábados tardé 41 minutos en recorrer los 27 kilómetros que separan el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy de Manhattan debido al cierre de un túnel. De regreso a Heathrow en Londres unos días después, me encontraba demasiado cansado como para soportar el trayecto de 90 minutos en metro y autobús, y opté por el Heathrow Express a Paddington, pero debido a problemas de señalización, el siguiente tren tardó 48 minutos.
De entre todos los centros urbanos, Nueva York y Londres son los que tienen más argumentos para considerarse ciudades mundiales. Poseen una actividad cultural vibrante, un gran poder financiero y son imanes para las mentes más brillantes y ambiciosas.
Y pese a todo, tienen problemas para transportar a la gente a sus principales aeropuertos, y las carreteras están viejas, sucias y presentan desperfectos. El contraste con los relucientes aeropuertos, las rápidas redes ferroviarias y las limpias carreteras de Asia, Oriente Medio y gran parte de Europa es evidente.
Mis problemas en Nueva York carecían de importancia. No tenía prisa por llegar al hotel y, como señaló mi taxista jamaicano, estas cosas pasan. Manhattan es una isla, y cuando se corta alguna de las entradas, se producen atascos.
Me sentà peor por el taxista que por mà mismo, ya que la tarifa de taxi entre el JFK y Manhattan es fija y esta carrera le ocupó toda la tarde. Además, yo era el culpable de mi situación: podía haber cogido el AirTrain que conecta el aeropuerto con las estaciones de metro de Jamaica o Howard Beach. Lo he usado en dos ocasiones: la primera vez había empleados asesorando a los viajeros. Pero en la segunda ocasión el personal era escaso y no mostraba mucho interés, para nuestro desconcierto.
Los problemas de conexión de estos aeropuertos son importantes. El año pasado 56,8 millones de pasajeros pasaron por el JFK, y 75 millones por Heathrow. Muchos usan los aeropuertos para hacer transbordos, pero la mayoría tienen como origen o destino sus respectivas ciudades. Si muchos de ellos viajan en taxi o en coche, provocan atascos y contaminan el aire.
Tal y como indica un nuevo estudio de académicos de la Universidad de Hong Kong y de la Universidad de Tokyo publicado en la revista Transport Policy, en trayecto entre el aeropuerto y la ciudad resulta en ocasiones más pesado que el vuelo.
El JFK quedó el último en un ránking de las conexiones de 32 aeropuertos internacionales elaborado el año pasado por la organización estadounidense Global Gateway Alliance. Heathrow quedó bastante mejor, en el séptimo puesto.
Según el National Rail Passenger Survey británico, el 91% de los usuarios está satisfecho con el Heathrow Express, que cuando funciona es un servicio cómodo. El problema, es que deja en Paddington, que no es una de las estaciones de metro mejor conectadas.
El metro llega a las cinco terminales de Heathrow, y el nuevo servicio Crossrail, que empezará a funcionar a finales de 2018, unirá el aeropuerto con estaciones bien conectadas como Tottenham Court Road y Canary Wharf. Pero esto no está a la altura de lo que ofrecen las ciudades mejor organizadas: un «único viaje» (un trayecto único y barato en tren a una estación del centro de la ciudad). El aeropuerto de Adolfo Suárez Madrid-Barajas lidera el ránking de la Global Gateway Alliance con un trayecto en tren de 16 minutos al centro de la ciudad, le siguen Ãmsterdam, Dubái y Fráncfort.
Las ciudades necesitan aeropuertos integrados y conexiones ferroviarias si quieren gestionar el volumen de viajeros. El año pasado, el número de viajeros alcanzó la sorprendente cifra de 3.500 millones de personas, que equivale a la mitad de la población mundial.
En las próximas semanas el Gobierno de Reino Unido pedirá al Parlamento que estudie las opciones para ampliar los aeropuertos de Londres. Existen propuestas para construir una nueva pista de aterrizaje en Heathrow o para prolongar una ya existente, y un plan para construir una nueva pista de aterrizaje en Gatwick, al sur de la capital…