El mercado global de Sistemas Aéreos No Tripulados, o los dispositivos popularmente conocidos como drones, movió 609 millones de dólares el año pasado y se espera que llegue a los 4.800 millones de dólares para el 2021, según la agencia WinterGreen Research.
Por su parte, Business Insider considera que el 12% de los 98.000 millones de dólares en que estima el volumen del mercado global de drones entre 2013 y 2023 corresponderá a usos comerciales, esto es, una cantidad por encima de los 10.000 millones de euros hasta 2013.
Este crecimiento tan rotundo genera que cada vez haya más miradas puestas en esta industria, provenientes tanto desde el sector público como privado. Es que los usos que se les pueden dar son muy variados. Se estima que la próxima generación de VAS logrará reemplazar a los sistemas aéreos que existen actualmente en diversos sectores como mapeado 3D, vigilancia de instalaciones, patrullas fronterizas, envío de paquetería, fotografía y agricultura. Y lo harán porque cuentan con ventajas que incluyen eficiencia energética, mayor vida útil y costo de operación significativamente menor al que hay hoy en los sistemas tripulados.
Pero también es real que esta expansión en la utilización de esta nueva tecnología crea incertidumbres en posibles peligros que pueden generar entre los que se incluye la seguridad de los datos, espionaje y actos delictivos, y hasta accidentes si no se tiene cuidado en su conducción. Para evitar el mal uso de estos dispositivos es que se deben tomar ciertos recaudos, y es aquà en donde entran en juego las regulaciones.
A nivel internacional, la Organización de la Aviación Civil Internacional, encargada de estas cuestiones, tendrá una reglamentación global para su uso en el 2018. Mientras trabaja en esta cuestión, las organizaciones de los distintos países serán los encargados de elaborar uno provisorio.
Reglamentaciones en la región
En América Latina, los diversos países que conforman la región están trabajando en reglamentaciones a seguir para manejar estos dispositivos en sus territorios. Algunas ya han sido aprobadas y están rigiendo en sus respectivos países y en otros se está estudiando el tema. Pero no hay nadie que no esté trabajando en este asunto.
Chile fue el pionero en la región en crear una ley completa en su tipo, en la que se incluye tanto las reglamentaciones para el entretenimiento como para el uso comercial. Establecida por la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) del país, cuando presentaron esta iniciativa, a principios de este año, el general Maximiliano Larraechea, director de la entidad, dijo en una rueda de prensa que «La tecnología de los drones llegó para quedarse. Ha tenido un crecimiento explosivo que ha sobrepasado incluso la capacidad de las agencias para regular su uso".
Entre algunas de las normas que establece, se incluye que las personas o entidades que deseen operar un dron en el ámbito público deberán obtener una autorización de la DGAC. Además, tienen que registrar la aeronave, presentar una declaración jurada que certifique que el operador ha recibido instrucción, firmar una declaración de responsabilidad solidaria por si ocurre un accidente y pedir una solicitud de vuelo.
En cuanto al vuelo en sí, los drones no podrán acercarse a menos de dos kilómetros de aeropuertos o aeródromos. No podrán ir a un radio mayor a los 500 metros de su operador, el que no podrá perderlo de vista mientras lo opera, y en una primera etapa, en público sólo podrán volar drones dee menos de 6 Kgs.
La Dirección General de Aeronáutica Cvil (DGAC) de México le siguió en emitir una reglamentación para el uso de drones en abril de este año. Allí se establece que, sin importar el peso, sólo pueden ser operadas durante el día, y en áreas no clasificadas como prohibidas, restringidas o peligrosas. Su uso se restringe en un radio de al menos 9,2Km. de los aeropuertos controlados; a 3,7 Km. de los aeródromos no controlados y a 900 metros de los helipuertos y no deben dejar caer objetos que puedan ocasionar daños a personas o bienes…