Sólo los familiares y amigos más cercanos de Manuel llegaron a saber cuánto le gustaba el cielo y sus gigantescas nubes. Quizás también sus crayones, con los que más de una vez plasmó en un papel un avión sobre la Cordillera de Los Andes, mientras se imaginaba volando hacia nuevos y desconocidos territorios. Pero sólo él y su mente conocieron la verdadera pasión que tenía por volar.
El deseo fue mayor y consiguió lo que tanto anhelaba. A sus cortos 15 años de edad, Manuel Ãvalos Prado ingresó como cadete a la Escuela Militar. Tiempo después, se convertiría en alférez, en oficial y primer teniente.
Probablemente, uno de sus mayores logros fue aceptar la misión encomendada de salir al extranjero para estudiar y perfeccionarse en el tema de la aviación. Aquel joven cruzó una nevada cordillera, emprendiendo así una maravillosa travesía por los aires rumbo a Francia, en donde obtuvo el tÃtulo de piloto. Y también fue ascendido a capitán.
Sin pensarlo, Manuel se convirtió en el aviador con más experiencia de su país, y quién mejor que él para realizar el primer vuelo de un avión militar en territorio chileno. También para ser el primer director de una de las instituciones más antiguas del mundo; la Escuela de Aviación, la primera de América.
Creemos que siempre hay que honrar a aquellos que han sido pioneros o destacados en nuestra industria. Hoy se conmemoran 128 años del natalicio de aquel piloto, quien nunca dejó de creer y soñar con poder volar y conquistar la inmensidad de un blanco espacio con su nombre.
Un hombre a quienes muchos respetan y admiran, y que quizás con la misma perseverancia de él, hoy sueñan estar al interior de una cabina aérea y sentir la nubosidad de un cielo sobre el rostro. Estudiantes (y futuros aspirantes) chilenos de aviación que en un futuro serán como Manuel Ãvalos Prado y volarán muy alto.
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